EL ORIGEN DEL MUNDO
Cierra los ojos.
Viaja conmigo en el extenso
territorio del instante.
Quiero sentir las hojas que crepitan
bajo el peso ondulante de tu cuerpo.
¿Cuáles fueron
tus rutas y tus árboles?
La forma triangular de las encinas
se remonta a los ciervos
que salen a pastar por las mañanas.
Si cada libro que se abre
se parece a los muslos
de una mujer desnuda en un museo,
lo que tengo de fuente
lo he aprendido en tus labios.
Ese modo apacible de beberme.
BOLETÍN BLANCO
De día, en el trabajo,
en el rumor feliz de una cafetería,
mientras suenan cascabeles en la calle,
tacones, collares, estornudos,
casi nada perturba el corazón
o eso parece,
todo marcha en la luz.
Hay hombres
que usurpan mi aliento
cuando pasan.
Los dejo indagar en mi mirada
esas sucias palabras
que me trepan tan limpias
por la boca.
Y si me quedo a oscuras con mi espejo
en el dedal vacío de mi cuarto
no hay guarida,
no hay ombligo ni abrazo
flor de metal más honda que estar lejos,
saber que vas cambiando
sin que yo sea testigo.
La estación envejece sus coronas.
El pedregoso ovillo de tu pelo
prueba un paso de danza en el pasillo,
esos gestos ambiguos de empezar a vestirme
para hacerte más largo transitar el deseo
que me arroje a la brecha
de otro olvido.
El futuro no es tiempo
que pueda llevarnos de la mano
y aun así el espíritu se aferra
a quien le dio de latir.
He crecido contigo.
Hemos saltado juntos a otro lado,
del que no se regresa.
INVÁLIDA EN EL DESIERTO DE MI DESEO DE VOS
...tan en mí, tan viva en mí,
que si me muero a ti te moriría.
Juan Gelman
Una debería sentarse
a observar despedidas
en la estación de autobuses.
Deducir cuánto han corrido mundo
aquellas vidas
por las ruedas gastadas
y el trajín de maletas.
Corolarios de besos indolentes,
muchachos aburridos
con pistolas de plástico,
los viajes de trabajo
del señor de corbata,
las parejas de sexo contraído,
estudiantes contando unas monedas
mientras fuman cigarros,
la chica del tatuaje
que saluda a su novio
con un nombre de tinta
que le cruza el ombligo.
Epitafios sin tumbas,
individuos que mueren
un poco
en otros brazos.
¿Cómo sería despedirnos
si fuéramos aquellos del andén
que se saludan?
¿De qué región vendría cada uno
y a qué muslos iría?
¿Qué peldaño
de esta vasta escalera
contaría el adiós?
Nadie puede escaparse de sí mismo,
cubrir con su sombrilla
el entero horizonte
de la escarcha.
Por eso voy sola
a observar a los otros,
sin mochilas, ni bolso,
ni equipaje de mano.
Como quien lleva el amor
pegado a las costillas
o cosido al dobladillo
de la falda.
Marisa Martínez Pérsico (Lomas de Zamora, 1978)
Poeta, investigadora, traductora y profesora universitaria radicada en Italia en 2010. Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires y doctora en literatura española e hispanoamericana por la de Salamanca. Ha traducido a los poetas italianos Tiziano Fratus, Stefano dal Bianco y Alessio Brandolini. Destacan entre sus publicaciones los siguientes poemarios: Las voces de las hojas (1998, Ediciones Baobab, Buenos Aires, primer premio en el Certamen Río de la Plata II con el auspicio de la secretaría de cultura de la Nación Argentina), Poética ambulante (2003, Edición antológica del Instituto Cultural del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, seleccionada en el certamen Arte Joven de la Provincia) y La única puerta era la tuya (2015, Verbum, Madrid, finalista premio Pilar Fernández Labrador en Salamanca). Es investigadora correspondiente del CONICET en Italia y coordinadora de la comisión de Humanidades y Ciencias Sociales de la RCAI. Desde 2014 dirige en Roma la revista Cuadernos del hipogrifo. A los 17 años recibió el premio de ensayo literario otorgado por la UNESCO en conmemoración a la caída en batalla de José Martí. Ha editado y prologado a Luis García Montero, Joan Margarit y Leopoldo Marechal.