Abrojos y Rimas: Vivian Sanchbraj

EL CANTO DE ÍCARO

I

 

Porque no soy nada, si sonrío

mi corazón sonríe conmigo.

Mi corazón es un ovillo de hilo

quien raudo y torpe regresa a mi costillar.

Porque continúo siendo un don nadie

ojalá mis reminiscencias serán

libros de poesía que la gente leerá

y tal vez unas fotografías

de los años noventa cuando fui

un poeta adolescente con futuro.

Trastornos, alti-bajos y éxtasis,

el laberinto ya existía en mi mente.

 

 

II

 

El mar siempre está en otra parte.

Pobre Ícaro descendió en espejismos

en el desierto de Sonora

y arde perenne en llamas.

 

Dentro de la pesadilla

de estar desnudo en público

Ícaro muere y renace.

 

En actos de heroísmo y amor

Ícaro dió su ovillo de hilo a sus amantes,

y terminó despreciado y mal entendido

incluso por las visitas de la muerte misma.

 

Durante quince años, todos los días

ese fue el estado anémico de Ícaro.

 

III

 

Por suerte el verano pasado escapé.

Mi cuerpo tiene quemaduras de tercer grado

y llevo puesta una gabardina impermeable.

Es viernes por la noche en Praga,

el invierno es gentil y deprecatorio,

cómo los mendigos en la pose de yoga

de niño. Mudos e inmóviles,

como las hipócritas y bellas estatuas

de los santos en el Puente Charles.

 

HANK, EL FEO VULGARIS

 

Viviste como un hombre

al que la gente consideraba feo.

Te sabías, te reconocías y te odiabas.

No tenías nada de guapo, nada galante.

Te acostumbraste a tu fealdad

así como se vuelve costumbre

ver inodoros toda una vida.

Yo he visto muchos inodoros

europeos, latinoamericanos, americanos

porque he viajado mucho más que tú Hank.

El acné conglobata te infectó en la adolescencia.

En mis veintes, el vulgaris severo me invadió la cara.  

Acné tristitia, acné despiadado de nódulos y puntos negros.

Acné generacional y corrosivo como nuestros padres,

como nuestros abuelos. Nos dejó cicatrices y hoyuelos.

 

Alas! Hank tal vez tú no lo sabes

pero en tús últimos instantes,

en la cama del hospital.

Te convertiste en el hombre más guapo de L.A.

La muerte te eliminó el acné,

te dió piel de Tiziano y sonriendo

te nos fuiste dulcemente.

 

EL CABALLO DE TURÍN

En 1889 Nietzsche, estaba viviendo en Turín , Italia, con su madre. Ese año, atestiguó un evento crucial de un caballo y su amo, que marcó el principio de los últimos días del filósofo.

 

I

 

Madre dice que soy una idiota

por jugar mal el juego de la seducción.

Madre, estúpida soy,

Madre, estúpida soy;

Mutter Ich bin dumm,

dijo Nietzche

a su madre también.

 

II

 

Madre, aquí están mis fracasos.

Al final de mis errancias inútiles,

como un caballo que se derrumba,

repetidamente llego a tus pies.

Bajo el sol escarlata y la luna picada de viruela

soy transparente; el hombre mira mi tristeza

y no quiere hacer pareja conmigo.

He vivido el ardor de mi soltería pero,

en mi corazón, la soledad se adivina.

No tengo secretos o remordimientos de un aborto

ni la pena de haber enterrado a un ser amado.

 

III

 

Mi más querido deseo es haber sido el Caballo de Turín.

Pongo palabras en la belfa del caballo, como si fuera yo.

¡Escúchenme!

Nietzsche abrazó mi cuello para protegerme

de los azotes; sus manos sudaron,

se arrugaron las yemas de sus dedos. Yo ni parpadeé;

sus lamentos me estremecieron y permanecí en la misma postura.

Él miró las heridas abiertas en mi rostro y más allá,

y yo ni parpadeé.

Nietzsche lloró una hora,

o dos. Resbaló de mi cuello y cayó

a tierra en Piazza Carlo Alberto.

Él caminó a casa de su madre.

Ella abrió la puerta,

y él le dijo: Mutter Ich bin dumm.

 

Vivian Sanchbraj (Mexicali, Baja California, México, 1978)

Es una poeta mexico-americana. Estudiante de la Maestría en Poesía por parte de Spalding University. Ha cursado diplomados y estudios poéticos en Yale University, UCLA y The Writer’s Studio. Ha publicado poemas y ensayos en México, España, Colombia y Estados Unidos. Actualmente vive en Praga, República Checa y está trabajando en su primer libro de poemas bilingües.

Written by La Mascarada

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