AUTORRETRATO
Se descarrila la vida: subsisto
un peldaño por debajo del último escalón.
Antecedo a mi apariencia. Por detrás deambulo
de casi cualquier poda y tala. Susurran
las instancias oficiales sus venenos legales.
Quedo varado, sin gemidos ni ventana. Sin estribos
bajo tierra. Sin rodillas para hincar.
Sin clemencias que prorroguen las piernas
por encima del pecho. Sin rango residual.
Sospechoso de cualquier transgresión, irreverente
desde el feto.
Estampan ese cuño y archivan, aun cuando antes
asignaron al pecho medallas
y expedientes de comprobadas honestidades.
No reflejan los espejos públicos ni el agua civil y
silenciosa del río. No soy mi ultimísima versión.
Mi condición bajó destrezas y varios dígitos, No
estoy en la visión periférica del tuerto.
La disculpa ministerial (a mí es a quien califican
de necio), notifica lo que sigue:
fue abducido
por el pensamiento crítico y mordido
por la víbora popular de las utopías.
ODA A LA DIANA
Hacia donde apunten las flechas, espera-
ré sentado. Insisto en que no me importa-
ría ser emisario o mediador. Y para
un congreso de la Nación, me brindo co-
mo portero.
Los cuatro puntos cardinales,
como sabéis poéticamente, son tres.
Y luego con el tiempo solo dos. Y por fin
en alguna bifurcación apenas uno.
Uno es antro que relativamente colinda y
equidista. Aproximación vital. Lejos y
cerca amorosamente de cualquier postura
y opinión.
Permanezco en tal paraje limítrofe
y oriundo durante un tiempo,
y rato más tarde me alejo y acerco despa-
cio o prudente, para no verme forzado
al rumbo precipitado, definido, definidor,
que definitiva y bárbaramente
apunte más a ceniza que a incendio.
¿Desde esa plaza y ubicación puedo
abrirme a cualquier zodiaco, lenguaje,
comprensión, causalidad y golpe
de dado?
Calculo y digo sí y no, tiró
caracoles y me profetizan quizás. Y
reyes de la baraja dibujan un círculo
de espera en el tiempo.
¿La postura no cardinal, no intransigente,
es sin dudas y sin fluctuar, dubitando,
un espejismo suicida o un reavivar frente
a los espejos?
Me colocó sin presunción: inspiración
manual es mi arma, (preferiría decir ju-
guete), tal vez mellada por rutinas y des-
plantes,
para invocar demonios propios y ajenos.
Los tuyos tercos que son de mí, los per-
petuos míos que son ti.
Están, veamos, los cercanos
que me echan brazos al cuello y
los habituales que lanzan piedras contra mi pecho.
Advierto: no obstante mi carácter interme-
diario, quien entre por la chimenea
a apagar ese fuego, deberá estar dispues-
to a salir por ella.
Coloco mi pecho sin definir: preferible
estar en la diana: aguardo con un corazón
muy poco rencoroso.
DIENTES RETROSPECTIVOS
Millones de granos
de arenas, muros desmigajados
por catapultas, burbujas
de escarabajos, ballestas que danzan
entre disparos,
hábitos y nociones de imperios muertos,
continúan siendo feroces y
roen talón y emociones.
Pegados a los calcañales como áspid
en seno y clavos en las muñecas,
espasmos quebrados en la hoguera,
como filo de guillotina sangrando
por la nuca, como flechas
clavadas al costado o buitres
descendiendo por sus sombras,
caen hacia nosotros
y devoran capacidad, anonimatos,
invocaciones, talentos, cronologías,
serpientes y desfiles, así como residuos
de nuestras pisadas en el desierto,
sin dejar extremidades ni escombros.
ELOGIO A LAS VANGUARDIAS
A quienes, en cualquier tiempo, retienen y no dejan apagar
amor ni fuego originario. En el asalto esencial al firmamento
apartan dogmas y prejuicios. Y alumbra incendios
con el resplandor de llamas y fragor de las estrellas.
Merece elogio quien no es autoritario cuando se le entrega
autoridad. Ni arrogante cuando arrogancia parece ropaje lírico
de jerarquías.
A quien resiste cotidianas realidades y renace a diario
en sus propias cenizas. Quien no cree que prestigio y sabiduría
llegan con el cargo. Quien no considera prepotencia y estima
dones de la sencillez, sobriedad y plenitud del temperamento.
Alabanza a quien buró y oficina no le contagian burocratismo.
A quienes trabajo de Buró los dotan con nobleza suficiente
para no contraer e infectar Indiferencias o desapegos.
A quien manejo de riquezas o dinero no lo arrastra
a corrupciones. A quienes consideran ideología el ejercicio
humanista y apego a su propia especie. A quien ninguna
doctrina reduce su cariño a coterráneos y coetáneos.
Quien enfrenta siempre desvíos del Ego, con la nobleza
de la estirpe y esplendidez de la condición humana.
Merece elogios quien no pasó a la banca oportunista cuando
hubo oportunidades.
Quien no convierte en secreto y secretismo cuanto suceso
acontece bajo sus ojos. Y no fue tieso en la chispa
del verticalismo. Repudia niveles y escalas cuando centralismo
copa decisiones.
No teme diálogos ni debates ni críticas. Ni auténticas
autocríticas. A quien no solo escucha sin demagogia a
población y Pueblo, sino además acepta iniciativas y sátiras,
así como críticos análisis a sus gestiones de gobierno.
A quien no se cree infalible ni todopoderoso, Don Sabio,
infinitamente ajeno a errores de cualquier dimensión.
Quien no quedó pasivo viendo pasar inequidad e injusticia.
Ni calló ni tapó ojos. Ni quedó neutral y asumió riesgos y
esperanzas.
A quien abraza con pasión ideas propias y respeta pluralidad
del resto de seres pensantes. Resiste pensamientos únicos,
intolerancias y consignas. A quien no convierte tareas
y responsabilidades en cotos de Poder y Autoridad.
A quienes Poder los pertrecha con ansias de servir a
los demás. A quien no considera que Unidad es consigna
para que el resto coincida solo con él mismo.
A quien, en el ejercicio de su cargo, no queda sordos,
ciego o mudo y con muy escasa alma.
A quienes Democracia no significa defenderse a sí mismo.
Y a continuación defender su bolsillo.
A quien vive convencido de que dinero a su bolsillo
es la peor corrupción del espíritu, fin de cualquier
militancia ideológica.
A quien estima que ideología se torna corrosiva
e inhumana si arrastra corrupción de conciencia y bolsillo.
Lisonjas a trovadores, pensadores, poetas, filósofos y
guerreros que salvan las palabras. Y quimeras y rezos
le inculcan repentinas claridades.
A las buenas personas que inoculan ternura a la vida.
A mujeres y hombres que agregan pasión a la existencia.
A quienes improvisan luz y acarrean de sus invenciones
hacia la sobrevida.
A inventores y descubridores de cualquier época,
que al aproximar y distanciar artes y ciencias, ingenios y
existencias, enaltecen la inteligencia. De paso revelan
resquicios e ignorados entornos.
A criaturas que echaron a funcionar nariz, ojos, manos, dedos,
y acto seguido agregaron piernas. Al Neandertal que inventó
fuego. Al Cromañón que inventó incendios. Al Homo
que ensayó fogatas y recurrió al resplandor para moldear
lanzas y someter parejo el botín de cacerías.
Al Sapiens que se empinó, en progresión física y mental,
entrevió misterios y enigmas y futuros donde solo parecían
crecer malezas y oscuridad.
A quien fue a potro de tormentos y a la cruz, y permaneció
firme en sus denuncias y profecías.
Elogio a quien contempló incendio e interrogó con hermosa
utilidad e imaginación. Fama a quien descubrió unicornios.
A quien invencionó dragones. A quienes abrieron coro y
cantaron hazañas que insuflaron vehemencias a la Historia.
A quien resistió golpe de manzana en la cabeza y salió
despierto a forcejar con incógnitas y supersticiones.
A quien avista relámpagos y explica y renueva universos.
A quien padeció fusilazos y tormentos antes que acallar
intuiciones.
A quienes odio no apagó su amor. Y enfrentó adversario
con afán más de redimir que derribar.
A quien enfrenta invasores o iniquidades con solo levantar
opinión o tribuna, oración o barricada, himno, machete o fusil
y la elocuencia indomable de antiguos sueños y utopías.
A quien defiende justicia social con cabeza nítida, erguida
y exponiéndola durante embestidas valerosas. A criaturas
que mantienen vigilia para evitar parpadeo de Iluminaciones.
A quienes construyen a mano ideas y convicciones. A quienes
a diario defienden, apasionados y frágiles, pero sin temor,
propias y ajenas imágenes y conceptos. Loas a mujeres y
hombres buenos renovados y nuevos y magnánimos
de todas las Épocas.
Honor a vanguardias que no llevan carné ni cotizan ni reúnen
en ninguna parte. Excepto con multitud o ciudadano
que reclaman derechos. O solitarios injustamente empujados
a soledad. A quienes aman sin límites su condición de creador
y activista. Honor a la suma honrada de que ningún beneficio o
mayorazgo aguardan de su circunstancia de militantes.
A quienes militan en cualquier doctrina, filosofía, religión o
partido, y luchan a favor de éticas y horizontes prósperos.
Y no perciben para bolsillo sino para conciencia y espíritu.
Y viven íntegros en Humanidad y Tiempo.
Soportan riesgos. Levantando polvo y la voz. En la ideología
suprema de ser mejores. Oidores de cualquier lógica, argumen-
to y razones.
Defensores de sabidurías e inmunes a alabanzas.
Compasivos y críticos. Sin soportar yugos ni autoritarismos,
fustigando burocracia con todas las fuerzas del pulmón.
Con frente voluntariosa y cuello fiero, empinado
sobre propias Bondades y Nobleza de la estirpe Humana.
Sobre su Generosidad y Saber. Seleccionando lo mejor
del conocimiento cultural y científico.
Apoyado en pensamientos transparentes y rechazando dogma,
a fin de salvaguardar y preservar existencias de vida,
Individuos, Ciudadanos. De pueblos y su propio Pueblo.
Del Planeta Tierra.