Elena Poniatowska, Elenita (como muchos le dicen queriendo hacerla suya, con ganas de hacerla más “de la familia”), vuelve a dar muestra de su compromiso con las mujeres que luchan, presentando durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara una recopilación de ensayos que lleva por nombre Las indómitas.
La autora de La noche de Tlatelolco asegura que “las mujeres estamos mucho más dispuestas a protestar” y, justo ahora que están cayendo por miles (víctimas de la violencia y la discriminación), Poniatowska recuerda a las adelitas, a las líderes feministas, a las mujeres en busca de sus hijos desaparecidos y hasta a las muchachas del servicio.
Elenita trae de regreso a la inolvidable Jesusa, la mujer que la hizo sentirse mexicana. Les dedica nuevamente un espacio a las mujeres revolucionarias, ésas que debían ceder su lugar a los caballos que habían de ser resguardados mientras ellas se trepaban al techo del vagón. Recuerda a Nellie Campobello con sus danzas y sus poemas.
Entre sus indómitas aparecen Josefina Vicens y Rosario Castellanos con las empleadas domésticas justo a un lado. Le abre un espacio a la activista guatemalteca Alaíde Foppa, y hace honor a la búsqueda incansable de una madre que lleva por nombre Rosario Ibarra de Piedra. El ícono del feminismo latinoamericano, Marta Lamas, le merece un inédito, mientras que deja fuera del reparto a Elena Garro que le merece un homenaje aparte y a quien no agregó para no encarecer más los ya de por sí caros e inalcanzables libros.
Las indómitas podrán ser muchas veces olvidadas, pero ni el tiempo ni la muerte podrán silenciarlas. Elena Poniatowska habla de las mujeres que alzan la voz y que renuncian a rendirse. Habla de aquéllas que se abrieron paso en un momento literario dominado por hombres, mientras replantea lo que significa ser mujer en el siglo XXI.
Una recopilación inspiradora para quienes hoy siguen luchando contra el anonimato y el silencio. Mujeres pequeñas, mujeres grandes, madres combatientes y escritoras renegadas. Mujeres antes y después de todo.
Por Patricia Bañuelos