AZOGUE DE LA ALEGRÍA
A Olga Orozco.
Sólo quiero reunirme en torno al fuego
entrar en su morada
en su ceniza descifrar las líneas de mi frente
el signo bautismal que marca para siempre la fatalidad de mis
ancestros
Arder en la lejanía
como arde en la ausencia el recuerdo
ver en mis ojos
la imagen que de mi muerte tendrán mis muertos
Quiero en torno al fuego
Reunirme como antaño se reunió
el árbol genealógico de mi abuelo
Recuperar del rescoldo
fragmentos
Rostros
Sueños que permitan —si es posible—
perpetuar
la cascada
el precipicio
que se hunde en la delgada fosforescencia del paisaje
dejar casa
día
noche
colgados del árbol de los sueños
circulando inútilmente
noche a noche
día a día
en la sombra
la misma sombra
que rodea los objetos
que gira noche a noche en torno de la noche
Quiero en torno al fuego
conservar intocable en la memoria
algunos nombres
algunas voces
algunos pasos que resuenan en las vértebras del día
algunas calles en las que ciertamente nadie me espera
pero tal vez alguien me recuerda
como se recuerda el sabor de la melancolía
la geografía y la vegetación de ciertos cuerpos
de ciertas tardes que incendian la memoria
que se hunde en las llamas del recuerdo.
Del libro inédito titulado Ejercicios del oficio.
EL RÍO
Luz
en el centro
tiembla
tierna luz
otra vez-del principio-en el agua
Voces que son tus voces
muertos que son tus muertos
Luz
se hunde en las sombras
—misterio—
Luz
se hunde en el agua
—silencio—
Luz
Agua
Silencio
Río de luz-luz de agua
—agualuz—
sierpe de colores
molusco de los tiempos
anfibio de las metamorfosis
Luz
en la memoria tiembla
como tiembla ante el silencio el alma.
EL RETORNO DEL CORSARIO
Regresar a la Ciudad
por antiguos laberintos
volver a la costumbre
remover sus ruinas
devorar la historia
retornar a esa oscura madriguera
—retornar si aún es posible—
entonando la canción hasta el aullido
“Nada el Sol Nada es su reflejo”
para encontrar la huella
el incendio
el abismo
el verbo
el cataclismo
la estela
el insomnio
la agonía
la caída
encontrar en la caída el ojo de la muerte
en el ojo beber un gramo de alegría
—retornar si aún es posible—
encontrar la huella
el incendio
la caída
Díos
—en medio del túnel
lo sabemos—
es un fugitivo
Salomón Villaseñor (Tzitzio, 1964)
Es coautor de los libros colectivos: La misma brújula (2013) y Cordilleras de Sombras, (2000). Ha publicado los siguientes títulos de poesía: Jardín de las Promesas, (1998). Aguafuerte (1997), Guardián de los jardines (1997), MediaLuz o El árbol de los sueños (1997), Azul en llamas (1996) y El mar donde vivo ahogado (1993). En 1995 resulta ganador del IV Concurso Internacional de Poesía “La Porte des Poètes”, convocado por L’Association Internationale La Porte des Poètes de París, Francia. Ha colaborado en distintas revistas nacionales y extranjeras y sus trabajos han sido incluidos en varias antologías. Considerado en el Diccionario de escritores mexicanos siglo XX. Desde las generaciones del Ateneo y novelistas de la Revolución hasta nuestros días (UNAM, 2007).