¿Por qué ya no se escucha en las calles, el pregón de las alfajoreras y de los charamusqueros?
La vida en México en 1810, Luis González Obregón
Por definición, charamusca se refiere a esas partículas de leña convertidas en fuego o ceniza que escapan al viento en una fogata. En México, nos referimos de esa manera a la confitura en forma de espiral, elaborada principalmente de piloncillo (azúcar) y mantequilla, a la que se le pueden agregar otros ingredientes o sabores.
Los orígenes de este dulce típico son inciertos. Los ingenios azucareros se establecieron en nuestro país con la llegada de los conquistadores, así que la elaboración de estos dulces data de algún momento en la segunda mitad de la Colonia (1521-1810). Las personas que se dedicaron a la fabricación de estos dulces son conocidos como charamusqueros, oficio que en su momento se volvió muy popular; era común verlos en las calles ofreciendo charamuscas y trompadas de colores. Mariano Azuela mencionó brevemente en su novela Los de abajo (1916) a un charamusquero llamado Serapio.
Por las características de su elaboración, las charamuscas deben trabajarse a velocidad, ya que el caramelo no se puede moldear una vez que se enfría. Se trata de una técnica muy diferente a la del alfeñique, que se presta más para hacer figuras, como las calaveritas de azúcar. Sin embargo, este sincretismo no está ausente en las formas de algunas charamuscas.
Las charamuscas llegaron a ser un dulce muy popular durante la Semana Santa. Se les atribuyó un significado religioso que tenía que ver con aminorar el sufrimiento de Cristo durante la crucifixión. Durante esta celebración, la charamusca simboliza la corona de espinas y la gente acostumbra regalarlas a sus seres queridos para recordar que Jesús se entregó por nosotros. Los colores blanco y rojo representan la pureza y la sangre de Cristo. Más adelante, a partir de los años cincuenta (según algunas publicaciones), en la ciudad de Guanajuato moldearon con ellas las figuras de las momias (su principal atractivo turístico), convirtiéndolas así en el más famoso souvenir de la ciudad.
Varios estados se autodenominan como cuna de estos dulces. Desde luego Guanajuato es uno de ellos; prácticamente las charamuscas son el símbolo de la ciudad, aunque en Aguascalientes dicen que allí les dieron el nombre y les enseñaron a hacerlas. San Luis Potosí no se queda atrás, pues fue en Matehuala donde se llevó a cabo la primera Feria de la Charamusca. Michoacán y Zacatecas también las producen.
Los charamusqueros son artesanos del dulce y su oficio se extiende por al menos dos siglos, aunque en la actualidad pocos consumen sus productos. Es más común verlos como un adorno que en la boca de un niño. Si bien es cierto que los nuevos regímenes alimenticios pretenden ser más saludables y nos invitan a consumir menos azúcar, es inevitable la añoranza, sobre todo de nuestros abuelos, que con seguridad son quienes más extrañan las charamuscas.
Por Patricia Bañuelos