El cine surcoreano ha marcado un antes y un después en la representación de la venganza. La Trilogía de la venganza de Park Chan-wook, compuesta por Sympathy for Mr. Vengeance (2001), Oldboy (2003) y Lady Vengeance (2005), no solamente muestra violencia, sino que profundiza en las emociones y dilemas morales de sus personajes.
Sympathy for Mr. Vengeance presenta a un hombre sordomudo que, en su desesperación por salvar a su hermana, desencadena una serie de trágicos eventos. Oldboy, la más aclamada, sigue a un hombre encarcelado sin motivo durante quince años, cuya liberación solamente marca el inicio de una búsqueda más profunda y oscura. Lady Vengeance cierra la trilogía con la historia de una mujer, tras ser encarcelada, injustamente, que busca redención y venganza.
En Corea del Sur la trilogía desafió las convenciones narrativas y visuales, ganando reconocimiento internacional con Oldboy, que obtuvo el Gran Premio del Jurado en Cannes en 2004. Aunque Sympathy for Mr. Vengeance no fue un éxito comercial, la crítica y el público recibieron bien a Lady Vengeance.
En Occidente, Oldboy se convirtió en un fenómeno cultural, inspirando a cineastas y logrando estatus de culto. Su influencia se extendió hasta Hollywood con una adaptación en 2013. La trilogía ha impactado la manera de retratar la venganza en el cine, destacando la complejidad emocional y moral detrás de la violencia.
Películas como I Saw the Devil (Ji-woon, 2010), Mother (Joon-ho, 2009), The Deal (Yongho, 2015), The Man From Nowhere (Jeong-beom, 2010), Broken (Jeong-ho, 2014) y The Villainess (Byung-gil, 2017) han seguido este camino, explorando el tema con intensidad y profundidad. Estas obras cuestionan la justificación moral de la venganza y si el daño infligido, en su nombre, puede ser considerado como válido.
La visión surcoreana de la venganza es única y desafiante, invitando a la reflexión sobre las consecuencias de la violencia y la obsesión por la justicia. Del mismo modo, la trilogía de Park Chan-wook ha provocado un diálogo sobre la naturaleza humana y la búsqueda de significado en medio de las adversidades; su cine desafía a mirar más allá de la violencia superficial y a cuestionar el verdadero costo de la venganza en el tejido de la humanidad.
El cine surcoreano utiliza estos elementos como un espejo de la condición humana y de las oscuridades que subyacen en la psique colectiva. A través de una cinematografía audaz y una narrativa compleja, se han construido historias donde la violencia es un elemento narrativo que confronta al espectador con sus propias percepciones de justicia, moralidad y sufrimiento.
Por Lashmi Díaz