El camino del amor
no es un argumento sutil
su puerta es la devastación.
Rumi
Al desierto le brotó
un salmo en llamarada
en la esperanza
de que el desolvido
no borrara las voces
de sus médanos
flores alzan sus tallos
allí donde viven sus muertos
pero es difícil —me dices
porque en lo yermo
no hay más que raso susurro
y el sol a plomo deslizándose
Y miras la lejanía
—Hubo tantos
que no bastaron las cifras
para contener la confusión
de sus pisadas
Parece mentira
que cargaran una historia
y que a pesar de vencer lo atroz
por el punzón de una esquirla
su vida como cántaro quebrado
se derramase por el suelo
refugiando sus lágrimas en tus ojos.
*
Un punto
Después una línea que atrapa
la ventisca del deseo
cuando el aliento esparce
la bruma sobre el cuerpo
El encuentro no salva de la devastación
porque nada detiene al viento
Entonces el miedo sube y baja
por el cuello hacia la espalda
encegueciendo con su lluvia
hasta no distinguirse el límite
ni la mancia del agua y su espejo
Y la memoria
—ese blanco murmullo
por donde deambulan
las nanas y los corrillos—
destrenza la cordura
para reconocerse
en lo indomable del deseo.
*
Y abriste la puerta del desatino
y me encontré en el cruce
del barranco y la cuchilla
el de arenisca
que trilla los pies
y deslava los montes
el negado a la mujer de Lot
No mirar hacia atrás
fue la heredad entregada
Y no lo hice
aún de saberte atrapado
en el puño de tu suerte
pero poco perdiste
y yo
raída y en jirones
acepté el asedio del viento
y atrás quedó la infancia
—en lo profundo—
quemada a ráfaga
de dislate
sin hallar siquiera consuelo
en la desmemoria
Atrás el patio y la acequia
atrás el arrullo y la risa
y mi cuerpo roto de tan roto
escondiéndose en la corola
de la tempestad
oscuridad
por donde ni siquiera los perros
se atreven a husmear.
*
Me cansa el frío de las horas
la insignia escondida de su trillo
las aguas calmas del Ganges
la carroña mudada en humo negro
y la ceniza dejada tras su paso
Me cansan las lajas punzantes
camino al santuario
el inclemente palabreo
la duda
la iridiscencia
Me cansa tocarte en el hueco
en el talud del hueco
en ese anverso y en esa negación
h u e c o
donde se alcanza
la fractura y el silencio.
De Rumor de niebla, Ediciones del Lirio, 2020
Mariana Bernárdez (Ciudad de México, 1964)
Poeta y ensayista. Tiene maestría y doctorado en Letras Modernas y maestría en Filosofía; imparte seminarios y talleres en diversas instituciones bajo el tema de “poesía y conocimiento”. Su obra ha sido traducida al inglés, catalán, portugués, italiano y rumano. Entre sus títulos recientes de poesía destacan: Aliento (2017, traducido al portugués por Nuno Júdice en edición del 2018), la reedición de Nervadura del relámpago (2020) y Rumor de niebla (2020). Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte en el género de poesía 2018-2021.