En los últimos años han surgido muchas campañas que buscan fomentar la lectura, sobre todo entre los niños y los jóvenes. Las tentativas han tenido, en general, poco éxito. Además es cierto que un error de estas campañas es no hacer explícita la importancia de lo que se lee y cómo se lee. Asociado a esto, está la masificación del libro, la cual hace confluir miles, o incluso millones, de opciones para leer, representando una ventaja pero también un espacio caótico.
En tal contexto se dio un curioso capítulo de estas relaciones entre público y lectura. John Muellner, a través de su red social, compartió fotos de Sting (un perro). Allí su mascota se encuentra solitaria en la biblioteca, y a las fotos se añade el siguiente mensaje: “Unfortunately nobody signed up to read to Sting at the White Bear Lake library tonight”.
La publicación recibió una respuesta increíble, pues no solamente la gente reaccionó con numerosas interacciones en la red social, sino que se presentó en la biblioteca para leer con Sting.
El mensaje es parte del programa Paws to Read (Patas para leer), el cual ha logrado cuando menos el objetivo primario de estas campañas; qué se lea y en qué forma es otra historia.