¿Y usted, ya comió? Pues más le vale que, si es de estómago débil, no lo haga antes de entrar a ver este film, el cual resultó ganador de tres premios en el pasado Festival Sitges, incluyendo mejor película europea.
Justine (Garance Marillier) es una joven de 16 años, virgen e inocente en todos los sentidos. Pertenece a una familia en donde todos son veterinarios y vegetarianos, cuando le llega el tiempo de unirse a su hermana Alexia (Ella Rumpf) en la facultad de veterinaria, se da cuenta de que entra en un mundo decadente y despiadado, en donde su verdadera naturaleza parece encuadrar muy bien.
Julia Ducournau sólo necesitó un corto (Junior) y un largometraje para que su nombre no se olvide por mucho tiempo. Su tema (hasta ahora) es la metamorfosis y no encontró mejor manera de representarla que con la adolescencia y el cine gore. La joven, bella y muy talentosa directora francesa, encontró en la casi infante Garance Marillier, a una actriz dispuesta a arrancarse la piel a mordidas por su personaje.
Todo el escándalo que usted ha escuchado por esta cinta está justificado, así que si no es un cinéfilo con recubrimiento de acero inoxidable en el estómago, mejor ni se asome. En mi caso, “la psicosis del trapito” que padezco me tenía más preocupada por el cochinero y las batas mugrosas que por toda esa sincronizada orgía de vísceras, sangre y depravaciones que pasaron ante mis ojos.
Francia logra colar a una fémina más en un género liderado en su mayoría por hombres de Japón y Estados Unidos. Ducournau se comporta valiente y atrevida tanto en sus escenas como en la historia, la conjunción lo dejará con cara de espanto al final de la película.
Raw, Grave, Voraz o como guste llamarla, está brillantemente escrita; a lo largo de la cinta se tocan infinidad de temas, y una vez superadas las arcadas, será capaz de digerirlo todo. Aquí hay lazos familiares inquebrantables, homosexualidad, feminismo, maltrato animal, hipsters veganos, aceptación, redes sociales y decadencia. Todo esto le será servido en un menú de muchos tiempos y términos sangrantes, con una fotografía de belleza brutal y una música para volverse loco.
Raw es toda una experiencia, no es para todo el mundo, eso es un hecho. La verdad es que no puedo entender el gusto por este género sin pensar en un desorden psicológico que lo acompañe, pero si usted es de esos gustos cinematográficos exóticos, éste es un experimento que no se puede perder, así que haga de tripas corazón (literal) y no olvide su bolsita para el mareo, por si las dudas.
Por Patricia Bañuelos