Algunas concepciones sobre el amor son el pretexto ideal para un film que conduce con gran facilidad a la risa, así como a reflexiones que a todos podrían interesarnos.
Cal Weaver es un hombre cuya incompetencia en términos de mujeres recuerda bastante a Alan Harper de Two and a Half Men, a causa de tal condición su esposa termina por engañarlo y la separación es inminente.
Una crisis de este tipo afectará a toda la familia, particularmente al hijo de Cal, quien cuestionará las decisiones “adultas”, y se verá obligado a reformular constantemente sus nociones sobre el amor durante toda la película. Aunque él no será el único que replantea el tema.
Consumido en una espiral depresiva de corte bastante ridículo, el protagonista da un golpe de suerte y sus lamentaciones llegan a oídos de alguien que sorprendentemente causa empatía con él.
Jacob Palmer es un enigmático personaje que además de su considerable apostura tiene el don de la palabra justa, domina el arte de la elegancia y se ha construido a sí mismo como personaje de tal manera que su capacidad como donjuán es infalible.
Pareciera que Jacob desea matar el tiempo tomando como protegido a Cal. Sin embargo, las razones para esta asociación son más complejas. El asunto es que el protagonista recibirá consejos sobre qué decir, cómo vestir, los tragos que deberá beber, cuáles son los temas que debe callar, en resumen, recibirá una nueva educación sentimental de parte del dandi moderno encarnado por Ryan Gosling.
Aunque en algún momento las historias de los personajes se entrelazan en forma por demás absurda, la hilaridad aumenta gracias a ello. El cruce de caminos entre muy diversas formas de concebir las relaciones interpersonales nos regala risa y reflexión por igual. Crazy, Stupid, Love es una película de momentos, frases y personajes para recordar, y que evidencia con gran humor que todos buscamos eludir el orden de lo cotidiano.
Por Rafael Díaz