El argumento de Prometeo supone la búsqueda del conocimiento, la rebeldía y el progreso. Todos estos elementos son encarnados por Victor Frankenstein en la película de Paul McGuigan del 2015, pero están aún más fuertemente vinculados a otro personaje. Por ello considero justo acudir al primer cuadro de la película, el cual nos muestra a un clown jorobado (Daniel Radcliffe) que representa el papel del marginal, un freak que unido a figuras como el trapero, el bohemio o la grisette forma parte del paisaje del siglo XIX, cuyas ruinas y sus habitantes son una consecuencia de la ascensión del utilitarismo.
El payaso está enamorado de una mujer inalcanzable que danza grácilmente por los aires, una equilibrista llamada Lorelei (Jessica Brown Findlay), en lo que supone un guiño al espíritu romántico que siempre anhela lo sublime, lo ideal, aquello en apariencia inaccesible. Lorelei sufre un accidente y está a punto de morir, pero el jorobado logra salvarle la vida mediante una más que improvisada y hábil intervención. Tales sucesos ocurren frente a Victor Frankenstein (James McAvoy), quien estaba en el circo con la finalidad de comprar cadáveres animales para sus experimentos. El científico quedará asombrado por la habilidad del cómico deforme. El personaje de Radcliffe, como un albatros en tierra, profeta apedreado y artista incomprendido, se ve presa de la burla y el escarnio de sus compañeros en el circo, quienes le recuerdan que no es legítima su búsqueda de conocimiento ni su aspiración al amor de Lorelei, pues es solamente un marginado que “pertenece al circo”.
Victor no ha podido conseguir materiales para sus investigaciones, pero ha encontrado al diamante en bruto; ha decidido llevarse al payaso con habilidades médicas, pues tiene grandes planes en los que él encaja a la perfección. Una vez que la huida está concretada, el científico rehabilita al jorobado, que no sufría esta condición de nacimiento, aunque hace algo aún más importante: le da un nombre, y, con ello, un destino. El joven romántico y prófugo, que busca las mieles del amor y del conocimiento, emprenderá con su benefactor las investigaciones para desafiar los límites entre vida y muerte, siendo él el auténtico Prometeo de esta encarnación del tema de Frankenstein.
Por Diego Estévez