METEORITO EN MI CAMA
Cuando pienso que mi vida
se está tranquilizando
sucede otra explosión.
Ésta es la más grande de mi vida,
no quiero que sea la noche
y es verdad que estamos solos
cuando el mundo se parte en dos.
ALCACHOFAS
Se colocan en los extremos opuestos de la mesa
―no como antes
que se sentaban del mismo lado
para observar las cosas
desde una sola perspectiva―.
Después de hablar lo necesario
se quedan un rato más.
Están disfrutando la cena
y el juego de canicas
que les prestaron en el restaurante
para entretenerse.
Piensan que hace mucho
no se alegraban tanto de su compañía.
¿Quieres una rebanada de pizza?
Él dice que sí, pero de la que no tiene alcachofas.
No me gustan.
Ella recuerda que alguna vez
le cocinó una pasta con alcachofas,
piensa que estuvieron casi tres años juntos
y en las cosas tan cotidianas
que seguramente no sabe de él.
Mira el plato unos segundos,
mira las alcachofas,
luego a él,
intermitentemente,
como si acabara de descubrir las pecas
que le recubren todo el rostro.
CLÍNICA
Las manos te tiemblan al entrar.
Las ventanas son de vidrio esmerilado
para no dejar pasar las miradas,
y las sillas, demasiado cómodas.
Sin embargo, hace frío
y no dan ganas de pasar demasiado tiempo ahí.
Te sientas. El hombre que viene contigo voltea a verte
y esboza una sonrisa tímida sin decir una palabra.
Hay otras parejas igual de silenciosas
pero tú estás segura de que no están pasando por lo mismo.
La recepcionista te llama por tu nombre.
Suben las escaleras y un doctor
con bata blanca los recibe.
Te acuestas en la camilla deseando
que fuera alguien más
el que ahora
sostiene tu mano, pero es él.
El doctor confirma las cinco semanas
que han pasado
desde la única vez que cogieron.
Recuerdas lo interesante que él te pareció esa noche
pero hoy y con la poca luz del día
que alcanza a pasar por los cristales
lo percibes más bien ordinario.
El hombre te ayuda a acomodarte para el ultrasonido.
Es la primera vez que observas tu ser con tanta profundidad:
las trompas de Falopio, tu útero, la vejiga llena
y redondita.
El doctor les muestra un pequeño óvalo negro
dentro todo ese universo gris que eres,
y lo presenta como su hijo. No sabes si vas a lograrlo.
Cuánta intimidad con un hombre que apenas conoces
y que después de la pequeña intervención
no volverás a ver.
Entonces, ¿van a hacerlo?,
pregunta el doctor.
El hombre voltea a verte casi con ternura.
Tú te volteas hacia el doctor y ahora
son tus labios los que tiemblan.
Apenas puedes mover la cabeza en señal de sí.
Andrea Muriel (Ciudad de México, 1990)
Es poeta y traductora. Estudió la licenciatura en Lingüística y Literatura Hispánica en la BUAP. Actualmente estudia la Maestría en Letras Modernas (Inglesas) en la UNAM. Ha traducido varios libros del inglés y del italiano entre los que destacan el poemario Dímelo de Kim Addonizio (Valparaíso, 2016) y la novela La imperfecta maravilla de Andrea de Carlo (Seix Barral, 2018). Fue parte del programa de escritura creativa de la Fundación para las Letras Mexicanas. A veces el amor es un cactus es su primer poemario (Osa menor, 2019).