La quinta dimensión (cuarta parte)

EL POETA NO ES FINGIDOR

I

Si finge y hace tropos, cítara o violín en ristre,

y aparenta emociones, es entonces poeta. Y si todo poeta,

con más razón, finge y representa alarmas, lágrimas incurables,

timbres de urgencias, heridas

de acordeón, falaz turbación, entonces empedernida

y trovadoresca humanidad finge desde épocas inmemoriales.

 

Cocuyo simula luz por razón de sobrevivir,

pájaro opera camuflajes para escapar a vendavales

o apresar por un suspiro la fuga de la proteína.

Fingir, disfrazar, afina con cualidades de imaginar, conjeturar,

sospechar, presumir, confundir. Proviene

de adahora y adamar y echa follajes en almas cavilantes

o sufrientes o energúmenas o violentas o flemáticas. O hábil y

oportuna: agréguese, de paso, una lámpara a la luna.

 

Poeta como poeta no finge, pienso y aseguro.

Sino como criatura vivida, existida, que intenta sobrevivir.

No es cierto, por tanto y más cuanto.

Afirmo: no es tramoyista. Ni charlatán, payaso o simple

seductor. Acuéstese el bardo junto al verso e improvise

respuestas y preguntas. Nadie se resiste a ser creído.

¿Finjo si afirmo y aseguro, deslumbrado de convicción,

que la imagen penetra al lenguaje y lo fecunda

con la eternidad de la escritura? ¿Finjo si afirmo

que ficción, con el decursar, llega

a ser el único atributo creíble de la realidad?

 

II

Cielo incrementa anatomías, se dilata

el azul oscuro. Si amanece en penumbras mañana,

gracias a zanahorias bifocales vamos a ver el sol. No es falso

o farsa.

NO. Cierto. Incierto que nadie dialogue su cabeza

para cabezas que no lo creerán. Chorreados árboles

de lágrimas y ríos de magnolias, lo van a comprobar.

 

Si finge él, poesía necesariamente es falacias,

carromato, tremedal donde al lector le untan lodos y

embadurnan deshonras. Infierno vivo para la agonía

del espíritu. Aquel, como yo, alentó en un vientre y hoy no logra

recordarlo. Poesía es superabundancia. Lo que no se puede.

Y sobre todo lo que se puede, cómo no se va a poder.

¿Cómo chapotea el tobillo en ese territorio

de la especie, donde se juega alma y virtud

de declamar? Finge quien afirma que el poeta

es fingidor, y que en verdad o mentira jamás se logran azular

y planchar todos los caos.

 

III

No finge: revoca la sibilina verdad

de que finge, citada por epígonos. Poeta

con la palabra siempre interpretó. Mundo es ansí. Fingen

los coterráneos presentes y pasados, incluidos él y yo, y ellos

y otros, desde milenios y cataclismos venideros, sin descontar

tocayos y calaveras

de postvida, quienes a menudo fingen lo que sienten o fingen

que sienten lo que no sienten, o simulan

por falta o exceso de imaginación. Si afirmo que sufrí

una eternidad bajo los puentes, póngase en duda:

no hay puente eterno ni eternidad bajo los puentes.

 

¿Fingen el barbero o la navaja cuando se ensañan

al rasurar? ¿Navaja es filo artificial, y la mano detrás

del metal aparenta placeres? ¿Es la misma mano afiladora

e igual navaja que se deja afilar? ¿Fingen

a causa de monedas, a causa de alguna parentela o vocación?

Murciélagos, por ej., se distribuyen alturas y distancias para cazar.

Cada individuo tiene su alto y su lejos y ahí engulle los insectos.

¡Y luego dicen que no escriben poemas!

 

IV

Finge que finge emociones, pero no es poeta,

sino humanidad temerosa, a merced, que acude a resquicios y

rezos. Muerte o fortuna tocan indirectamente a puertas y

agonismos: mano rota, sangre a trasfundir, música fúnebre, guadaña

utilitaria, acreedores que alargan peligros, pliegos y guarismos.

¿Finge ahorcado con la lengua afuera, aguarda

alguna promoción? ¿Subió al árbol para ser follaje o pájaro?

¿Abusa del milagro de colgar y enmudecer?

 

Si todo poeta finge y si a continuación quien finge

es poeta, repito, la humanidad se compone estrictamente

de poetas. Humanidad poeta y poeta

de universo humanizado. ¡Cuántos buenos bardos

en beatas y beatos, choferes, estadistas, rapsodas, mensajeros,

costureras y putas de mis barrios. Demasiado desnudo

el nudista y en exceso pedigüeño el limosnero.

 

V

Cada gota transparenta su mueca en el torrente y resulta

inimaginable. Unanimidad improbable, asco hasta en las

excepciones. Disfraz necesita antifaz. Y nuevas mentiras

para no desfallecer. ¿Finjo si declaro solemne, con autoridad

de mi ombligo, que unanimidad la inventaron demonios

para poner en duda la redondez del círculo? En consecuencia,

proclamo falso, ¡y aberrante!, ¡y descarriado y descarado!,

que el poeta sea el fingidor buscado de árbol en árbol y

metódicamente debajo de sus ramas y

que por módica y no metódica suma, solo se encuentra

vivo o muerto. O cantando hipocresías. El poeta,

si es poeta y no fingidor, es voz de multitud, incluso

en el acto indispensable y temerario de fingir. Otra cosa,

VEAN. Y creo que no confundo, que al hablar

el poeta o yo de trastornes y síndromes, se descubre eventual

que las palabras tienen sus propias intenciones. Con relación

a las palabras, por cierto, quisiera tener donde rebuscar y

encontrar más. Con respecto a Ofelia, me gustaría desnudarla

en la carrera, y ver si todo lo que carga detrás solo son sus nalgas.

Llevo mucho de clavo y no temo el martillazo. Créalo o no:

y si no que le devuelvan sus sospechas.

 

Verdad, tanto como felicidad, son asuntos efímeros

e intermitentes, semáforo social, al margen

de sindicatos, desoyendo cofradías, es decir, o sea,

con la misma dialéctica fugaz y perdurable,

por ejemplo, de flores, o por ejemplo, de la vivaz mariposa,

o quizás de luciérnagas que apagan y encienden trasiegos

peatonales. Verdad perdura tanto como quien se acomoda

a creer en ella. Puedo levantar

un fuego de antorchas que no queme a nadie y, sin embargo,

dejar ciega a la multitud.

 

VI

El poeta no es un fingidor, repito. Más bien repetidor y

explorador. Buen destello o chispazo. Expositor.

Saca barro de donde no había barro. Palabras

de donde no hay confesiones. Palomas de donde solo

había un sombrero. Descubre verso con la palabra y palabras

con el verso.

Lo que suspira bajo tierra o piel sube al poema

por la emoción. Todo color del espejo con que se mira.

Poeta arqueólogo. Y quita máscara: tanto de palabras

en general del mundanal ruido, como de la fila

del soldado raso. Poeta NO. Verdad tan ciega como

la que desmiente. Fingir sería escribir simulacros

que apacigüen al lector. Veracidad prodigio

sin ardor de la cafetera al fuego, menos multitudinaria

que la mentira. Fingir sería sentir nada y rebosar lágrima.

Declamar y no reclamar ni aclarar. Percibir

al individuo y aplaudir siniestro. Verdad contiene inmediatas

y fulminantes partículas auto corrosivas, reajustes retóricos

o mudas de plumaje. O dobleces accidentales (incluso realidad

e irrealidad son simulacros mutuos). Verdad se refuta

con verdad reciente y expropia al leguleyo patrón de mentiras.

 

VII

Lo que escribe el poeta es o será verdad radiante o exactitud

de escorbuto. Sinceridad, certeza definitiva y vacilante, dolorosa,

ambigua, iluminada, con equívocos costosos e indudables dudas,

aunque al vacilar,

al coquetear con sombras, ¡ah mortal irreducible!,

finja que siente lo que no siente y sienta lo que no finge.

Poeta tiene su público y ejerce para orejas adiestradas.

Poeta no finge poema ni cuando trafican rimas o se dibujan

Acrobacias en el verso,

menos cuando añora y descubre oraciones de sol intrínsecas

en la franqueza definitiva, descarnada, sangrante,

y en lo que la especie por naturaleza y

el individuo sin palabras, mudo, no logran disimular

o apaciguar. Gemir golpes, compartirlos con el semejante

o semejantes sujetos. Imposible simular heridas abiertas

ni sangre en la heridas ni lágrimas en los ojos del herido.

Cuando la criatura finge, la poesía vuela y escapa

a otros hospitales.

Todo al amparo fugaz y tenaz de las estrellas.

 

 

Written by Félix Guerra Pulido

Poeta y periodista cubano. Ha recibido la Distinción por la Cultura Nacional y el Premio Nacional de Periodismo José Martí.

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