UNA CALLE CUALQUIERA
Crecí en una calle cualquiera,
esperando, cada día,
que regresara el verano,
para comer cerezas, sentado,
bajo el canto de las cigarras.
Y llevaba ovillos de paja
a los nidos de los pájaros.
Y migajas de pan,
cerca de las madrigueras,
de las hormigas,
para verlas caminar en fila india,
sobre el asfalto de una calle cualquiera.
Y me convertí en
un hombre cualquiera.
Siracusa, 2011
COMO VIENTOS
Creo que es mejor estar callados,
y no lustrar
este cielo, estrellado de infinito
con las palabras de dos seres,
precarios como nosotros.
Aún si nos amamos
hasta la trepidación,
y lo expresamos
con palabras eternas,
somos como vientos que se disuelven,
un poco más lejos de donde han nacido.
Siracusa, 2012
VIEJOS AMIGOS
Hey, amigo mío,
¿Eres todavía aquel buen pastor
que pastoreaba nuestras esperanzas?
¿Reconocerías todavía
aquellas vastas praderas
donde nacían nuestros sueños?
Al alba los llamábamos por su nombre,
por horas y horas los mirábamos,
sentados, bajo las frondas de los árboles.
Y ahora que el ocaso
le quita el color a la manzana,
¿dices que eran solamente ilusiones?
Siracusa, 2011
Del libro La tierra del titiritero
Traducción de Amelia González
Corrado Messina (Milán, 1978)
Crece en las calles de varias ciudades de la isla más grande del Mar Mediterráneo; recibiendo influencias caleidoscópicas de su ecléctica tierra. Termina los estudios clásicos y sigue, autónomamente, varios caminos culturales. Actualmente es periodista, obrero y agricultor.