Previo a la noche patria tuve la oportunidad de empaparme de mexicanismo, y fue de la mejor manera posible. La Europea (en una sucursal muy cercana a Polanco que se ubica en Río San Joaquín y Miguel de Cervantes) tuvo a bien celebrar actividades de la 5 Feria Nacional del Mezcal este 14 de septiembre (recordemos que el evento tiene lugar del 1 al 30 de septiembre). Debo reconocer que no soy un asiduo bebedor de mezcal, soy más bien amigo de las uvas de Saint-Émilion, Côtes-du-rhône y Ribera del Duero, así como del whisky a palo seco. Sin embargo, dichas circunstancias no me exentan de reconocer un licor superior cuando la oportunidad de degustarlo se presenta. Me gustaría decir que probé más de uno en la feria.
Mi ruta de mezcal comenzó con un brebaje hecho tanto para el alba como para el ocaso. Se trataba de un espadín suave elaborado por Zunte, poseía un sabor muy peculiar que te hace por fuerza recordarlo (yo lo recuerdo y debo traer a juego que se trató del primer trago de la noche). Yazmin Vargas me comentaba que Zunte es una marca que comenzó su producción para mercados como el de Europa del Este y apenas hace poco estaba tomando mayor posición en nuestro país. Para mí, se trata de un digno candidato a ser profeta en su propia tierra.
Un amplio espectro de opciones conformaba la feria, pero cuando observé el stand de Alipús recordé que se trataba de uno de los primeros mezcales que probé en los tiempos en los que este efluvio mexicano cobraba auge, empero, allí vi un tobalá bajo el sello Los Danzantes, la curiosidad por conocer este producto hermano de Alipús, inédito para mí hasta ese momento, me conminó a probarlo. No fue una equivocación, el primer tobalá de la noche también fue excelente.
Pude beber algunos otros buenos tragos, pero un par de ellos merecen mención especial. Encontré a una amiga en el evento y se encontraba sorbiendo un carajillo, era bueno, pero lo importante es que caí en cuenta de la presencia de una de mis firmas favoritas: Bruxo. La sonoridad de su nombre siempre ha susurrado un cierto misterio en mi imaginario, y se trata de un licor que he tenido oportunidad de probar en bastantes de sus variantes y nunca me ha dejado indiferente. En esta ocasión se trató del Bruxo n°2, el cual posee la particularidad de ser el único brebaje de la casa con un color ambarino. Pechuga de maguey y un sabor robusto sin llegar a lo agresivo, como para escuchar música mexicana y anidar recuerdos.
Mencionaré por último a una casa que no tenía el placer de conocer (hoy me alegro por haber subsanado mi falta), se trata de Las Garrafas, quienes engalanaron la noche con tres enigmáticos filtros báquicos de los cuales caté solamente un par y entre ellos citaré solamente uno: Serpiente Rosada. Estoy hablando de una bebida que sus fabricantes definen como fina, veloz y letal. Solamente puedo decir que coincido con tal apreciación.
Por Rafael Díaz