Esta mañana tuvimos ocasión de conversar con el maestro Benedetto Lupo. Aprovechamos esta gran oportunidad para conocer más acerca de este gran intérprete del piano con miras a la presentaciones que ofrecerá en la Sala Nezahualcóyotl con la Orquesta Sinfónica de Minería y bajo la dirección de Carlos Miguel Prieto.
Sabemos que es una pregunta que quizá ha contestado muchas veces, pero ¿cuál fue su primer acercamiento con la música?
BL: Bueno, empezó porque mi hermana tocaba piano y cuando yo tenía 5 años solía molestarla mientras tomaba clases porque yo quería tomarlas también. Por eso mis padres contrataron otro profesor para que me diera lecciones a los 6 años.
¿Por qué pianista?
BL: Simplemente porque había un piano en mi casa. Me gustaban mucho el violín y el violoncello. Cuando era muy joven gané unos concursos y le pedí a mis padres que me compraran un violoncello. Ellos contestaron que me lo comprarían cuando ganará tres concursos, pero nunca lo compraron (risas).
¿Que impresión tiene de la escena musical en México?
BL: Creo que hay una escena muy viva y con muchas buenas cosas. He tocado en ocasiones anteriores en el Festival Blanco y Negro y con la Orquesta Sinfónica Nacional. Siempre he visto un público muy caluroso. Los músicos tocan con mucho entusiasmo, lo cual creo que es muy bueno. Esa mentalidad es algo muy latino. Siento a todos muy cerca, es un ambiente muy efusivo.
Ha pasado ya mucho tiempo recorriendo el mundo, ¿podría compartir con nosotros un par experiencias que lo hayan marcado?
BL: Creo que hay experiencias que son particulares, por ejemplo tocar en el Teatro alla Scala o con la Filarmónica de Berlín, pero hay veces que no necesariamente tiene que tratarse de una gran sala o de una ciudad tan importante. Una experiencia muy bonita fue participar en un festival en Polonia, era un sitio muy pequeño con una sala para recitales donde Chopin tocó, algo que fue muy importante para mí como pianista.
En otra ocasión toque en Leipzig con la orquesta en un pequeño museo. Fue muy temprano y recuerdo que había un piano de Schumann y una chica con la que me presenté diciendo que estaba ahí como solista con la orquesta, pero ella no se notaba muy interesada (risas). Por eso toqué el piano de Schumann unos minutos, fue una emoción increíble.
Tocando el tema de las interpretaciones, los conciertos para piano de Ravel son piezas que en ocasiones se suelen abordar con cautela y en otras con mucha efusión. Cada pianista lo hace de manera distinta. ¿Que impresión tiene de ellos?
BL: Para mí son maravillosos, siempre he estado enamorado de esa música, siempre me gustó muchísimo Ravel. He tenido un amor muy grande por el Concierto para piano en Sol mayor desde que tenía 3 años, pues había una grabación muy conocida del gran pianista italiano Arturo Benedetti Michelangeli. Todos los italianos crecieron con la idea de esa perfección, esa manera de tocar con tal belleza y ese sonido maravilloso. Después tuve la oportunidad de trabajar esta pieza con Aldo Ciccollini, otro gran pianista quien a su vez estudió con Marguerite Long, quien estrenó este concierto. Creo que, para mí, hoy es importante que pueda escucharse esta elegancia, es una pieza con mucho ritmo, es una música muy sensual, pero también, cuando hablamos de este concierto hay algo ligero, hay alegría, no siempre se emprende con seriedad. Por el contrario, el Concierto para la mano izquierda es muy dramático, tiene una gran profundidad y es muy difícil.
Retomando el tema de la dificultad, un aspecto por el que muchos le admiramos es el equilibrio que existe en sus interpretaciones entre técnica y emotividad. Para usted ¿como conviven en su interpretación?
BL: Yo creo que tenemos que ser tan buenos técnicos como para poder olvidarnos de la técnica. La técnica es un instrumento de la expresión, no es algo que sólo se haga para tocar muchas notas rápido, la música es muy intensa y cada nota tiene su significado. Creo que la técnica es el medio para decir algo, no hay interés solamente en la técnica. Cuando escucho artistas con una técnica maravillosa pero que no comunican nada yo me aburro.
¿Podría nombrar algunas de las piezas que más disfruta interpretar?
BL: Ravel es uno de los autores que disfruto más y he tocado más, siempre me brinda un placer inmenso interpretarlo. He tocado mucho Schumann, Rachmaninov, Brahms, Mozart, Beethoven, muchísimos conciertos en general. Me gusta mucho trabajar con la orquesta y con el director, para mí es como música de cámara pero más grande, no me gusta ser el solista que toca cada mañana de la misma manera, es interesante la colaboración, encontrarse con otros artistas.
Aunque si tuviera que escoger una pieza, el Concierto para piano en Sol mayor es una pieza que me gusta siempre, tiene todo, tiene alegría, melancolía, tiene divertimento, ¿qué no hay en esa obra? Por eso, el tocarlo después de interpretar el Concierto para la mano izquierda incluso hace que me parezca más fácil de lo que es.
¿Hay alguna pieza con la que no tenga una buena experiencia, digamos, una de esas piezas cuya intención es particularmente difícil de transmitir?
BL: No hay alguna con la que tenga una mala experiencia, pero lo que no me gusta es tocar algo muy complicado con pocos ensayos, a mí me gusta ensayar mucho. Por ejemplo, hace años que no toco el segundo concierto de Bartók, porque creo que, con el estándar de ensayos que tenemos normalmente, no es suficiente para hacer música de verdad con una pieza así. Se debe de buscar divertimento también, pero es una pieza que me gustaría tocar otra vez si tengo la oportunidad de ensayar lo suficiente.
Hay orquestas donde hay un rato muy corto para realizar un ensayo con el solista, como si fuera una cadena de montaje. Eso no me gusta mucho.
Hablando de las problemáticas que plantea el mundo contemporáneo, como es esta cuestión de la planificación, en un artículo de Alfonso Berardinelli se menciona que hay una necesidad apresurada y tal vez no muy benéfica en la literatura de nuestros tiempos por crear nuevas obras clásicas y nuevos autores canónicos. ¿Usted ve algo de eso en la música?
BL: Un poco, sí, aunque creo que eso pasa más en la ópera, ya que es un idioma que está conectado con otras artes también. Vivimos en un momento muy visual, la música es algo que tiene que ver más con la concentración.
Estamos en un momento en el que lo que pasa por los ojos llega a la cabeza más rápido que lo que pasa por lo oídos. Si vemos toda la publicidad podemos darnos cuenta, también en la música clásica siempre se nota más el aspecto visual del solista, es muy importante ahora, honestamente no creo que sea algo muy bueno, pero no puedo hacer mucho en ese sentido.
Retomando la interacción con la orquesta y su director, ¿como ha sido trabajar con Carlos Miguel Prieto en esta colaboración con la Orquesta Sinfónica de Minería?
BL: Yo conozco a Carlos Miguel desde hace muchos años. Hemos tocado los conciertos de Ravel hace algún tiempo. Recuerdo que fue el primer concierto en Nueva Orleans después del paso del huracán Katrina. La orquesta no tenía donde tocar y brindamos una interpretación en la universidad. Fue un concierto muy emocionante.
Hemos tocado juntos música de Mozart y Beethoven. Ahora nos reunimos de nuevo. Nos llevamos muy bien. Él es un músico muy sensible al que le gusta ensayar, lo que es muy importante para mí. Escoger matices siempre es importante, pero para interpretar a Ravel es fundamental.
La última parte de esta entrevista va dirigida a nuestros lectores que están inmersos en la escena o pretenden ingresar a ella. Nos gustaría saber ¿cómo fue para Benedetto Lupo empezar a tocar?
BL: Fue un juego para mí empezar a tocar, mis padres no eran músicos profesionales y nunca pensaron que yo podía ser un músico profesional. Fue un juego y creo que cada artista debe recuperar esta inspiración infantil. La música antes que nada es un placer, una emoción, se descubre algo distinto cada vez, aun si la pieza es la misma nunca será igual.
La profesión ha venido después. Empecé a ganar algunos concursos porque a mi maestro le gustaba que participara. Para mí ha sido un juego que se ha ido haciendo más y más serio cada año.
¿Tiene algunas palabras para nuestros lectores que se inician en el mundo de la música y, particularmente, en el del piano?
BL: Es un mundo muy difícil, deben saber que el piano es muchas cosas diferentes. Tocar bien el piano puede ser tocar bien en cámara, ser maestro o solista, pero creo que es muy importante preguntarse por qué hacemos las cosas de una cierta manera, ya que en este momento es muy difícil desempeñarse profesionalmente como solista en el piano.
Es un camino muy duro porque empieza muy fácil y se va complicando muchísimo. En el piano sólo es fácil empezar. Yo creo que esta es la razón por la que hay mucha gente que toca el piano pero tan pocas posibilidades de trabajar haciéndolo, a diferencia de lo que pasa con otros instrumentos como el violín, el cello o la viola.
Una cosa es la pasión que tiene que ser cultivada siempre y otra es la profesión. No necesariamente deben de ir juntas, pero, si lo hacen, uno debe estar listo para sufrir por la música. Por ejemplo, se puede sufrir no obteniendo el mismo nivel económico que podríamos lograr con otras actividades, aunque esto no es importante si vivimos mejor con la música. Viviendo de ella tenemos que estar preparados para hacer muchas cosas.
¿Podría brindar unas palabras para aquellos no tan nuevos, profesionales y que ven en sus interpretaciones una meta por alcanzar?
BL: La interpretación tiene que ser siempre algo vivo, no puede ser algo muerto. La música nos habla de comunicar emociones de una manera muy compleja, la partitura siempre tiene nuevas fuentes de inspiración esperando ser encontradas.
La interpretación debe estar viva pero debe tener coherencia, no debe ser dispersiva. Es muy importante la línea energética de la pieza, hay que mantener la concentración en la música y en los detalles. Siempre hay que tener en claro a dónde salimos y a dónde tenemos que llegar.
Por Manuel Mejía