Recordando a Wajdi Mouawad y sus palabras certeras, como cuchillos

Seuls posterWajdi Mouawad se sabe solo, pero también sabe que sin los otros que lo animan, empujan, incitan, no sería quien es. Por eso comienza agradeciendo. Ante los micrófonos, en rueda de prensa.  En el escenario,  ante centenas de espectadores que se congregan en el Teatro Esperanza Iris para mirar-mirarlo, para ser parte del acontecimiento que es tener a Wajdi por primera vez en México, para ser parte de Seuls y ahí entre tantos, estar solos.

En sus agradecimientos, por supuesto, no puede faltar Hugo Arrevillaga: “Sin el trabajo de Hugo y su equipo las cosas hubieran sido distintas”.  Y tiene razón; gracias a los exitosos montajes de Arrevillaga, las palabras, las historias de Mouawad han retumbado, conmovido a miles de personas en México.  “Uno hace teatro para la gente que vive en los kilómetros de un territorio. Sin deseo nada es posible. Y gracias al deseo de muchas personas estoy aquí”, dice.

Y yo estoy ahí, sentada mirando a Wajdi en bóxer negro agradeciendo, cuando lanza las primeras preguntas que me desarman: “¿Quiénes somos?, ¿Quiénes creemos ser”?  En escena Mouawad es Harwan, un quebequense-libanés que no encuentra la conclusión de su tesis sobre Robert Lepage.  Harwan está solo, deprimido por su reciente rompimiento con una mujer a la que añora. A raíz de un puesto libre de profesor universitario, busca viajar a San Petersburgo para entrevistarse con Lepage y terminar su tesis. Cree ser el que visita a su padre en coma, el que discute al teléfono con su hermana, el que viaja a Rusia para enterarse de que Lepage se ha ido de imprevisto. Pero Harwan es el que ha entrado en una cabina de fotos y ha tenido un accidente antes de sacar su pasaporte. Es el que está acostado en una cama de hospital, en coma.

Para Wajdi, el deseo de Seuls apareció en el Museo del Hermitage, mirando dos pinturas que están frente a frente: El sacrificio de Isaac y El regreso del hijo prodigo de Rembrandt.  “Me pregunté qué pasaría si todos esos personajes fuera yo. Si me obligara a matar una parte de mí”, dice. En la obra constantemente se interroga,  interrogándonos: “¿Qué es lo que dejé de entender para empezar a hablar?  ¿En quién me habría convertido si no nos hubiéramos ido de Líbano? ¿Por qué nos llevamos sólo lo esencial? ¿Cómo saber si estamos fracasando en la vida? ¿Acaso he perdido la memoria? ¿Cómo se dice memoria en árabe?”

El escenario es un cuarto que se hace calle y neva. Es la cabina de fotos, el hospital, un avión que despega, su cabeza, él. Y ahí está con su sombra que sale por la ventana, que lo trata de despertar, que lo persigue con un cuchillo, que atenta contra sí. La puesta termina en una especie de performance pictórico en donde sobre muros transparentes recupera la creatividad y el color de la infancia, en donde puede señalar las estrellas con el dedo, y en el caos, pierde los ojos para ver.

Después de dos horas de mirar, ser parte de, uno no puede hacer nada más que aplaudir y aplaudir. Y entre los aplausos, escuchamos el mar.

Yo salgo del teatro silenciosa, meditabunda, con un extraño sentimiento que me acompaña por largo rato. Es la añoranza de mi niñez, de esa casa que apenas recuerdo, de los amores que extravié en el camino hasta aquí. Sin duda, Seuls me ha hecho sentir el dolor de mi propio exilio: “la imposibilidad de recuperar el tiempo perdido”.

 

Por Myriam Orva 

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*Nota a pie de página:
En la función del domingo 23 de noviembre una mujer empezó el conteo por los 43 normalistas de la escuela rural Raúl Isidro Burgos, desaparecidos en Iguala el pasado 26 de septiembre. Todos nos unimos también al grito de “Vivos se los llevaron, vimos los queremos”.  Por lo que me cuentan, fue el mismo Wajdi quien la noche anterior iniciara el conteo que los últimos meses se ha convertido en un clamor de justicia. También en rueda de prensa dijo estar aterrorizado por esta tragedia y recordó La masacre de L’École Polytechnique de Montreal. “Tal tragedia no puede ser olvidada” dijo.  “Los artistas tienen que tomar la palabra, de una forma manifiesta, pero eso no tiene que ver con sus creaciones, pues son un acto intimo”.

Written by La Mascarada

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