Están juntos, me miran:
ojos hermosos,
eternas sonrisas,
dos, cuatro, seis rostros
salpicados sobre el altar.
Una botella de rompope,
una de tequila, limones y sal;
veladoras blancas,
pétalos de rosas secas.
El tiempo suspendido,
ausente, recobrado:
una cruz de brillantes
y un barquito de papel.
Imágenes amadas
de tardes cálidas,
noches de fiesta,
bailes y abundancia,
vuelven sin llamarlas
cada otoño
con la caída de las hojas.
Por Hilda Sitges