AURELIA
A la memoria de mi abuela materna
Aurelia sueña con la muerte,
dicta su testamento
desde el ático de la nostalgia.
Tiene la edad de un siglo, tiene paciencia
pero no tiene la tierra encima de los ojos.
Los árboles la miran inclinarse:
la confunden con el sauce de la iglesia.
Ella es pan y vino y agua contrastada
con el lodo que navega en la tumba de su hija.
Ella es sola.
Cizaña en mano la contemplan los vecinos:
todos muertos a destiempo, todos aterrorizados.
Aurelia mira el calendario,
mira el cielo en busca de una nube.
(Las nubes son ataúdes de Dios)
Pero el cielo amanece,
una vez más,
despejado.
De la palabra cacería, México, 2019.
LA TETA
La abuela tuvo un hijo
que se caía como se cae un techo.
Se desplomaba frente a los precipicios
con los ojos en blanco mirando el cielo azul.
El oleaje contra las rocas
y la espuma azotada entre sus labios.
Cuántas palabras turbias,
cuántos cangrejos sobre su cuerpo.
Como quien levanta
una patria perdida,
corría la abuela a levantarlo.
Antes de bombardear,
sonaban las sirenas
para ir a los refugios.
Sentada en la mecedora de bejuco,
Aurelia se quedaba en casa
dándole el pecho a su hijo.
“Que pase lo que tenga que pasar”,
pensaba ella,
mientras sus hijas iban a esconderse
de su leche temible,
entre la arena y los eucaliptos.
Su hijo se desvanecía como el amanecer
sobre la cordillera.
Igual que La Piedad,
la abuela lo cargaba por el mundo.
“Hay un remedio de hierbas”,
le decían,
y emprendía el camino.
Dos rayos de sol
se ocultaban en la maleza.
Los retenes militares
les impedían el paso.
Parecían maniquíes en la espesura.
Aurelia era un camaleón,
alzaba el puño,
levantaba la mano,
cantaba todos los himnos.
Un día la intervinieron.
“Te vamos a fusilar”,
le dijeron los fascistas.
Su hijo se convulsionó.
“Que pase lo que tenga que pasar”,
repitió, Aurelia.
Llegaron los republicanos.
“Se mataron entre todos”,
le dijo al brujo,
mientras su hijo bebía el té de hierbas
entre la arena y los eucaliptos.
República, México, 2018.
VEINTIÚN AÑOS
Una luz sobre la piedra
dos manos hambrientas como leonas
tres labios que balbucean
cuatro latidos en las aldabas
cinco abandonos de la justicia
seis Colegios Mayores esperanzados
siete enigmas de amor
ocho centurias de cercanía
nueve sueños del derecho
diez expediciones sobre la sangre
once reformas para el conocimiento
doce heridas lavadas en el Tormes
trece flores que nunca se marchitan
catorce lazarillos cegados por el sol
quince corazones son treinta puertas
dieciséis columnas estremecidas
diecisiete caminos echados a correr
dieciocho miradas que se enamoran
diecinueve flechas dispersas por el mundo
veinte silencios envueltos en palabras
veintiún años que honran esta lengua
Por ocho centurias, España, 2018.
Carmen Nozal (Gijón, 1964)
Reside en la Ciudad de México desde 1986. Tiene también la nacionalidad mexicana. Es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM y egresada de la Escuela de Escritores de la SOGEM. Autora de libros de poesía, entre los que se cuentan: Visiones de piedra (Premio de Poesía UNAM, 1991). Vagaluz (Premio Nacional de Poesía Elías Nandino, 1992), Aguamor (La Tinta del Alcatraz, 1993), Hacia los flecos del frío, Premio Nacional de Poesía Salvador Gallardo Dávalos, 1993), El espejo de Luzbel (premiado por la Universidad Veracruzana, 1994), Equis (Universidad Autónoma Metropolitana, 1995), Palabra interior (Universidad Autónoma del Estado de México, 1996; reeditado y corregido en el 2000 bajo el título De la palabra cacería), En el reino de la luz y otros poemas (publicado por el Ateneo Jovellanos, por ser finalista de dicho galardón internacional en 1999). Está incluida en la Enciclopedia de Escritores Asturianos y en medio centenar de antologías. Ha trabajado como guionista y es autora del cortometraje para animación Cuando Mister Cronos perdió el tiempo, premiado por el IMCINE, y de la obra de teatro para niños El dinosaurio y la estrella fugaz. Becaria de la SOGEM y del Instituto de Cultura de la Ciudad de México. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, bable, alemán, italiano, turco y árabe. Durante trece años se ha desempeñado como promotora cultural, de los cuales siete se llevaron a cabo en la Casa del Poeta “Ramón López Velarde”, donde laboró como jefa de prensa y relaciones públicas. También ha trabajado en la Secretaria de Cultura Federal como directora de área y secretaria particular. En el transcurso de 2018 ha publicado la segunda edición de Vagaluz; República, libro de poemas sobre la Guerra Civil Española (Parentalia) y Zona Cero: 286, testimonial sobre el sismo del 19 de septiembre, premiado por DEMAC. En 2000 publicó 43, libro de arte (Espolones Editores). Actualmente, se desempeña como coordinadora de comunicación, prensa y difusión del Museo Nacional de Arte (MUNAL).