Abrojos y Rimas: Lilia Barbachano

EL GENIO

El genio se quedó dormido

Un sueño profundo que lo llevaba por calles con puestos de frutas

Manchadas de mangos

Corría infatigable por laberintos en penumbra, desorientado

 

Y a un costado la hermosa mujer despierta enlazaba anillos en una playa revuelta en

[colores,

Avistando a sus amantes, matorrales, cangrejos en la arena cadenciosa

¿Cuántos? Había perdido la cuenta,

Memorias hechas de soplos cálidos

Cruzaban sus ojos

Y sus labios guardaban suspiros salados

LOS GATOS

El jardinero barría el patio cuando de pronto dijo: ¡cómo llega polvo!

A su patio llega todo el polvo.

 

Efectivamente, no sólo eso, papeles, plásticos, hojas, arena que el viento arrastra hasta el jardín y se atora entre las plantas. Los frutos de la guaya cubren la tierra. Mandalas de madera enterradas bajo el romero. ¿Círculos que guardan en su semilla el universo? ¿y el universo es el yo?

 

 

Pero un día llegaron los gatos. El primer día en la casa después de una larga estancia en Europa.

 

Era de mañana, algo así como las cinco. Los cuerpos pegados en el pavimento, como si fueran sombras chinescas. En la noche la oscuridad se había tragado la trifulca, los ladridos, los últimos gritos de los gatos.

 

Y así, tras la ventana se veían los restos, hubiera querido que lloviera para al menos sentir que los lloraban pero no, el sol de la mañana los llenaba de volumen, montones blancos con las entrañas rojas abiertas, los resaltaba.

 

Hacia la tarde, cuando el sol hervía, llegaron del ayuntamiento a levantar los cuerpos. Y me dije: bienvenida a México, al México brutal que deja que la muerte sea un acto más del día a día.

DESPUÉS DE CONOCER LA NOTICIA…

¿Tenemos la vida que deseamos? ¿Tenemos la vida que buscamos? ¿Tenemos la vida que soñamos?

¿Por qué escribir es un acto de extrema desnudez? ¿Por qué es tan doloroso buscar en los recuerdos?

Los recuerdos gravados e insistentes adheridos a la carne viva como el olor de las lilas en Budapest.

O el vaivén del metro en Nueva York, una culebra nadando en un acuario.

Abiertas las ventanas de la recámara, la doble ventana y el postigo, el viento de la mañana, entrando a levantar las sábanas. Y las enredaderas de rosas por nacer escuchando sus pasos cuando venía a visitarnos.

Y la rosa de pentecostés brotando.

Vivimos tan rápido, todo pasa con una velocidad que rebasa la misma voz antes de que se emita un sonido.

Y cuando leo sus textos, cuidadosos, dudosos, irónicos se me eriza la piel.

Y qué pensaste cuando me viste embarazada. No es mío, pensaste. Posiblemente cruzaron por tu mente las tardes cuando se agazapaban los animales y hacíamos el amor toda la tarde.

Y qué gran dolor, cuando entre líneas descubres tu propia historia, aquella que quedó en suspenso enredada en las palabras y que al tocar el papel era una tragedia.

La belleza, un presente de la vida. ¿Una ortiga, la ponzoña para los demás?

Lilia Barbachano (Ciudad de México, 1958)

Estudió Letras Hispánicas, en la UNAM. Cuenta con varias publicaciones individuales y colectivas, entre las cuales destacan tres libros de poesía: Las figuras dormidas (1981), Pyramid lounge (1996) y Winterfeldt Str. (2014). Es traductora de la poesía completa de James Joyce. Ha participado también en publicaciones colectivas y ha colaborado en diversas revistas, periódicos y destacados eventos culturales en el mundo. Formó parte de la Embajada de México en Alemania (2007-2008) y en Portugal (2008-2010), además de haber colaborado con la Misión Permanente de México ante la ONU (1983-1985), en Nueva York.

Written by La Mascarada

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