Una chica de cabello negro profundo, pálida, con una expresión que mezcla indiferencia y melancolía, es el personaje central de esta narración. Quizá el rasgo que llama más la atención de Mei Misaki sea el parche que lleva para ocultar uno de sus ojos, lo cual será, como puede intuirse, un motivo central en la historia.
Al correr de los capítulos, es posible advertir más sobre la personalidad de este enigmático personaje, quien guarda una compleja historia familiar que está ligada estrechamente al clima rarificado que envuelve al poblado de Yomiyama.
A tal pueblo se transfiere el otro protagonista de Another, Kōichi Sakakibara, un recién llegado de Tokio que debe vivir con sus abuelos ya que su padre es un académico que actualmente desarrolla investigaciones en India.
Sakakibara no comienza su estancia en Yomiyama de buena manera, pues, como forma de vaticinar los próximos infortunios, vemos al chico en cama, hospitalizado. Allí tendrá dos encuentros que marcarán su vida: el primero con futuros compañeros de clase en la secundaria de Yomiyama, y el segundo con la mencionada Mei Misaki. Ésta última se cruza por casualidad con Sakakibara, ya que en el hospital donde él está internado hay alguien a quien Misaki debe hacer una visita última.
El encuentro da pie a que el chico perciba la peculiar apariencia de la jovencita, quien, además, revela una forma de expresarse sumamente lacónica que atrae al recién llegado, y la cual está vinculada con las situaciones particulares que gestan los conflictos en Another.
La atracción y la empatía entre Misaki y Sakakibara es un elemento fundamental que opera desde ese primer encuentro. Este proceso se entiende perfectamente cuando se piensa en la personalidad de ambos, la cual se va esbozando, en el caso del joven, gracias a detalles como las lecturas que suele hacer, entre ellas la de Howard Phillips Lovecraft y la de Stephen King.
Sakakibara es un personaje enamorado del misterio, el cual lo arrastra de forma inevitable. Abundan los ejemplos de ello, entre los cuales destaca uno asociado con los espacios en el relato: cuando el chico sigue a Misaki hasta el lúgubre taller donde se hacen las muñecas que aparecen a lo largo de la serie; allí la jovencita le explica cómo percibe a esas muñecas, qué significado tienen para ella, además de sugerirle la posibilidad de captar un mundo no evidente —siempre con ese lenguaje parco que, por lo demás, es del todo apto para el acertijo—, y remata preguntando: “No sientes como si este lugar estuviera atrayendo algo de ti?”.
En el nebuloso poblado de Yomiyama, imbuido de la sugestión de la muerte, que tiene algo de Silent Hill o del paradigmático Hinamizawa, Sakakibara no puede sino intentar desentrañar los secretos que vislumbra —muchas veces de la forma más torpe y obstinada—, aunque esto signifique cuestionarse fuertemente hasta el existir propio.