Joaquín Achúcarro: Una vida consagrada al piano

Qué personas tan estupendas que he conocido… Vine a México por primera vez en 1965, con mi esposa con la que llevo casado 56 años.

Con estas palabras comenzó la charla que tuvimos el honor de mantener con el maestro Joaquín Achúcarro. Previo a su presentación con la Orquesta Sinfónica de Minería, compartió unas palabras con nosotros.

Joaquín Achúcarro

¿Cómo han cambiado sus objetivos como músico a través de los años?

JA: No han cambiado. Cuando me embarqué en esta carrera pensaba en tocar el piano lo mejor que pudiera, y en que lo que eso me trajera sería bienvenido. Más o menos así ha sido mi vida, uno toca en un sitio, luego en otro y pronto se corre la voz como si fuera una mancha de aceite que se va extendiendo. Pero la idea de ser famoso era algo innecesaria, porque lo que me apasiona, lo que me mantiene concentrado y enfocado, es el piano, la música para el piano y las cosas que pueden pasar en la música.

La cantidad de vida que se puede inyectar, la vida que de manera personal los intérpretes tenemos obligación de proporcionar en la música cuando se la damos a un público que ha venido a escucharnos. Es un poco como decirle al público: “¡Fíjense en esta sonata de Beethoven, qué maravillosa es!”, y luego entregarla.

En este caso, fíjense ustedes en Las noches en los jardines de España, ¡qué maravillosas son! Falla tardó 7 años en componerla. En abril de 1916 se estrenó (hace 100 años) en Madrid, de la mano de quien fuera mi profesor. Este año se celebró el primer siglo de esta obra, de los muchos años más que le quedan.

Con una trayectoria tan larga puede que sea difícil para usted elegir, pero, ¿podría compartir con nosotros tres momentos que hayan marcado su carrera?

JA: El decisivo fue el año en que gané el concurso en Inglaterra, que me dio la oportunidad de mi debut en Londres. Recuerdo que estaba esperando que el concierto fuera un éxito para poderme casar… Imagínense hace 60 o 70 años, cuando, para hablar de Inglaterra a España, había que comunicarse con un operador, darle un número y esperar a ser comunicado. No existían los medios que para ustedes son tan naturales. En fin, llamé a mi novia y le dije que se olvidara de casarse ya que yo tocaba pésimamente y que no podía tocarse peor: no podía surgir nada de ello. Al día siguiente, dos periódicos de Londres me ponían por las nubes, así que figúrense como puede estar uno de equivocado. Al contrario, a veces uno cree haber tocado bien y resulta que no, lo ponen a uno a “bajar de un burro”.

¿Podría hablarnos de algunas otras experiencias que enriquecieran su carrera?

JA: Tocar en Carnegie Hall, o tocar con la Filarmónica de Berlín dirigida por Yehudi Menuhin cuatro días antes de que cayese el muro, tocar un concierto de Mozart en Berlín son cosas… En cuanto acabe la entrevista recordare cien más.

Como pianista consagrado de la escena, nos gustaría que nombrara algunos pianistas emergentes (y no tanto) cuyo trabajo haya llamado su atención.

JA: ¿Me considera consagrado? Yo pensé que estaba empezando…

Parece mentira, pero en esta profesión estás tan metido y tan encallejonado en lo que tienes que hacer que no da tiempo de oír a otros pianistas. Mis ídolos siguen siendo Rachmaninov, Rubinstein, Michelangeli, Lipatti, Horowitz… Los que fueron los ídolos de mi generación joven siguen siéndolo, aprendí mucho de ellos y eran como una especie de dioses. De los jóvenes… He oído a bastantes jóvenes y medio jóvenes muy buenos, de esos que hacen quitarte el sombrero y decir: “Éste es un artista”. Hay algunos payasos también, algunos que hacen cosas raras, creyendo que por ser excéntrico se es genial.

De sus interpretaciones podríamos obviar que existe una relación especial entre usted y Rachmaninov, pero para usted ¿cómo es?

JA: Para mí es un pedestal, un monumento, algo a tener en cuenta siempre, la totalidad de lo que ha hecho. La manera como estudiaban y cómo perfeccionaban todo. Pensar que hoy en día un disco se monta y puede sustituirse una nota por otra. Puede hacerse esto, aunque claro que es más fácil. La perfección a la que llegaron estos artistas de los años 20, tiempo en que ya se grababa música, y muy bien, es muy interesante. Eso es lo que pesa: la pasión por el piano, por el infinito número de sonidos que puede tener un piano y las cosas maravillosas que han hecho los grandes compositores. Todo gran compositor ha escrito algo para piano realmente fantástico, todos eran grandes pianistas: Bach, Mozart, Beethoven, Schumann, Brahms, Chopin y, por su puesto, Rachmaninov y Rubinstein.

Hablando de Rachmaninov, a nosotros nos encanta su frase: «La música es suficiente para una vida. Pero una vida, no es suficiente para la música». No parece que exista mejor momento para citarla. Después de tantos años, ¿qué nuevos secretos le revela la música? Quizá se muestre más claramente ahora.

JA: Si hay eternidad no le tengo ningún miedo, porque podría pasarme la eternidad estudiando. Mis expectativas siguen siendo las mismas, el desentrañar lo que tiene una obra maestra como Las noches en los jardines de España. También me encuentro ocupadísimo con Gaspard de la nuit de Ravel, puesto que tengo que tocarlo en el Festival Verbier en Suiza, cuando vuelva a Europa. Un festival maravilloso, anybody who’s anybody está en ese festival. Estoy descubriendo cosas nuevas que no había visto. Y otra cosa muy bonita que me pasa ahora es que me estoy imaginando al compositor, pluma en mano, ante el papel diciendo: “¿Qué hago, pongo un do o pongo un re?”. ¿No se les ha ocurrido eso? Porque de repente imaginamos a Beethoven escribiendo una obra maestra y de repente está lista. Al pensar en la cantidad de paseos que hacía Beethoven antes de escribir una obra maestra, o por ejemplo De Falla, con los siete años que tardó, se ve la vida de un compositor de otra manera. Pensando en eso, me parece que Stravinski decía que un momento de angustia es cuando se está frente a un pentagrama vacío, pluma en mano, y teniendo que poner notas.

Podemos imaginarlo, seguramente no con la profundidad que usted…

JA: He leído la biografía de De Falla bastantes veces, he preguntado a personas que le conocieron y parece que era una persona con poca simpatía, pero ¿por qué tendrían que ser además simpáticos los músicos? Tanto Brahms como Ravel eran francamente antipáticos. En el caso de Chopin, él se ponía una máscara de cortesía, de buena educación.

A veces cuando pensamos en los grandes autores existe la tentación de relacionar algunos de sus defectos con su obra de arte…

JA: Ya estamos en aguas profundas, un ser humano es un ser humano. Ahora sabemos que tenemos un código genético, palabra que hace unos años no existía. Ahora sabemos que un gen da proporcionalidad, otro que hace una cosa distinta, y seguimos averiguando más y más cosas. Yo creo que nuestra idea de ser una persona y una personalidad se está diluyendo. “Se lleva en los genes”, se suele decir. Antes se decía: “Esta persona tiene talento”, y nadie ha explicado nunca qué significa tener talento. Utilizamos la palabra como si todos supiéramos qué quiere decir, pero me gustaría que me dijeran qué es “tener talento”. Y no se puede. Así me llego a preguntar: ¿qué es lo que yo tenía? Y aunque no encuentro la respuesta, aquí estoy. Aunque hablando de Rachmaninov, él decía que parte del talento es la capacidad de trabajo que se puede desarrollar, y yo diría que otra parte del talento es viajar en una jornada exhaustiva a distintas partes del mundo, presentarse y mantenerse sano. Toda mi vida he hecho deporte, muy mal, pero lo sigo haciendo.

¿A propósito, dónde será su siguiente parada?

JA: Sigue Verbier en Suiza y de ahí al norte de Noruega donde tocaré un concierto de Grieg, que por cierto era primo de mi abuela, ¡figúrense tal descubrimiento! Después sigue el Festival de Torroella de Montgri en España, evento donde me han contratado por veinticinco años seguidos, cosa que no me ha pasado en ningún otro lugar. Después sigue el Festival de Santander, que ha cumplido ya sus cincuenta años. De ahí viajaré a Dallas donde debo dar clase, después a Tokio, para volver luego a Helsinki, me parece. Creo que el motor a reacción ha revolucionado el mundo.

Hablando de sus próximos compromisos, ¿cuál es la percepción que tiene acerca del repertorio que interpretará con la OSM?

JALas noches las he tocado casi trescientas veces y cada vez ha sido una experiencia, cada vez he descubierto algo. Las descubrí para Zubin Mehta, Simon Rattle y Riccardo Chailly, entre otros. Recuerdo que cuando las grabé con Simon Rattle y la Filarmónica de Berlín los músicos de la orquesta que no las conocían exclamaron que era una obra maestra. En una tarde nos dimos a la tarea y el resultado fue grandioso.

¿Podría compartir algún pensamiento con las personas que se van iniciando en el mundo de la música y del piano en particular?

JA: Nosotros tenemos una afición, pero le diría a cualquiera en cualquier profesión que no sabemos cuál es nuestro límite, la única manera de saberlo es echar a andar para saber hasta dónde podemos llegar, eso es lo que le diría a todo el mundo. Como no sabemos a dónde podemos llegar, echa a caminar, toma la mochila y anda hasta donde sea.

Ahora bien, hay muchos pianistas profesionales que lo ven como un modelo a seguir, ¿podría dirigirles unas palabras a esos artistas ya consolidados pero que ven en usted un objetivo para sus interpretaciones?

JA: No sé qué modelo pueden ver en mí, si quieren ver un modelo en mí es su problema. El mío ha sido el que mis estudiantes conocen, saben que soy el primero en llegar a la universidad y el último en irse. Debo dar mis clases, defender mis cuatro horas diarias e intentar llegar a las seis. Tengo suerte de que esa esposa a la que telefoneé diciendo que no nos podíamos casar hace todo lo demás: los billetes, los visados, las cartas, los archivos, todo. Lo que no sea tocar, estudiar o dar clase está a cargo de mi esposa y creo que gracias a eso estoy aquí. Creo en seguir progresando. No sé si he llegado hasta el final.

Estaremos felices de estar al pendiente…

JA: Lo que es bonito es poder seguir.

 

Por Manuel Mejía

 

Written by Manuel Mejía

Matemático, músico y guitarrista comprometido con la investigación y la creación artística. Su vida está inspirada principalmente en la ciencia exacta y la estética clásica.

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