15 Poemas para San Valentín

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Complejo sentimiento o estado del alma lleno de matices, su influencia en el arte es superlativa, y es plausible que la poesía sea una de las manifestaciones artísticas que más recurre a este tema. El amor se manifiesta en muy diversas formas y a través de épocas distantes; del soneto al verso libre, del tanka al romance, del arte romántico a la poesía japonesa moderna. La Mascarada te ofrece su selección de poemas amorosos, la cual comprende autores como Gustavo Adolfo Bécquer, Paul Verlaine o William Butler Yeats.

Que el amor no admite cuerdas reflexiones (Rubén Darío)

Señora, Amor es violento,

y cuando nos transfigura

nos enciende el pensamiento

la locura.

No pidas paz a mis brazos

que a los tuyos tienen presos:

son de guerra mis abrazos

y son de incendio mis besos;

y sería vano intento

el tornar mi mente obscura

si me enciende el pensamiento

la locura.

Clara está la mente mía

de llamas de amor, señora,

como la tienda del día

o el palacio de la aurora.

Y el perfume de tu ungüento

te persigue mi ventura,

y me enciende el pensamiento

la locura.

Mi gozo tu paladar

rico panal conceptúa,

como en el santo Cantar:

Mel et lac sub lingua tua.

La delicia de tu aliento

en tan fino vaso apura,

y me enciende el pensamiento

la locura.

A mi amor lejano (Li Bai)

 

Cuando estabas, las flores llenaban la casa.

Y al irte, dejaste el lecho vacío.

La manta bordada, doblada, permanece intacta.

Tres años ya han transcurrido,

pero tu fragancia no se disipa.

¿Dónde estarás, amor mío?

Te añoro, y de los árboles caen hojas amarillas.

Lloro, y sobre el verde musgo brilla el rocío.

Fuera de los brazos de un amor... (Charles Bukowski)

 

fuera de los brazos de un amor

y ya en los brazos de otra.

 

me he salvado de morir en la cruz

por una dama que fuma marihuana

escribe cantos y cuentos,

y es mucho más amable que la última,

mucho mucho más amable,

y su sexo es tan bueno o mejor.

 

no es placentero ser puesto en la cruz y dejado ahí,

más placentero es olvidar a un amor que no

cumplió

como todo amor

finalmente

no perdura...

 

más placentero hacer el amor

en la playa en Del Mar

en la habitación 42 y después de todo

sentado en la cama

tomando buen vino, hablando y tocando

fumando.

 

escuchando las olas...

 

he muerto muchas veces

creyendo y esperando, esperando

en una habitación

contemplando un cieloraso agujereado

esperando la llamada, una carta, un golpecito, un sonido...

 

volviéndome salvaje adentro

mientras ella bailaba con extraños en clubes nocturnos...

 

fuera de los brazos de un amor

y ya en los brazos de otra

no es placentero morir en la cruz,

más placentero es escuchar tu nombre susurrado en

la oscuridad.

Piedad amorosa (Sakutaro Haguiwara)

 
 

Sin duda, con tus dientes bellos y duros,

mujer, masticarás el verdor de hierbas,

 
 

Mujer,

con esta tinta de hierba verdegay,

el rostro te pintaré del todo,

te excitaré a la lujuria,

y nos divertiremos con juegos secretos a la sombra del follaje.

 
 

Mira,

aquí las campánulas mueven el cuello,

allá cimbrean los brazos las gencianas.

¡Oh! abrazaré tu seno con firmeza.

Tú, tú me empujarás con toda fuerza el cuerpo.

Así, en medio de este campo desolado,

retocemos como dos culebras.

¡Oh! yo, yo te acariciaré apretándote,

te mancharé la piel hermosa con el verde jugo de la hierba.

Rima XXIV (Gustavo Adolfo Bécquer)

 

Dos rojas lenguas de fuego

Que, a un mismo tronco enlazadas,

Se aproximan, y al besarse

Forman una sola llama;

 

Dos notas que del laúd

A un tiempo la mano arranca,

Y en el espacio se encuentran

Y armoniosas se abrazan;

 

Dos olas que vienen juntas

A morir sobre una playa,

Y que al romper se coronan

Con un penacho de plata;

 

Dos jirones de vapor

Que del lago se levantan,

Y al juntarse allí en el cielo

Forman una nube blanca;

 

Dos ideas que al par brotan.

Dos besos que á un tiempo estallan,

Dos ecos que se confunden...

Eso son nuestras dos almas.

Más allá del olvido (Alejandra Pizarnik)

 

alguna vez de un costado de la luna

verás caer los besos que brillan en mí

las sombras sonreirán altivas

luciendo el secreto que gime vagando

vendrán las hojas impávidas que

algún día fueron lo que mis ojos

vendrán las mustias fragancias que

innatas descendieron del alado son

vendrán las rojas alegrías que

burbujean intensas en el sol que

redondea las armonías equidistantes en

el humo danzante de la pipa de mi amor

Tanka (Akiko Yosano)

 

Sin conocer

la sangre ardiente

de un cuerpo tierno,

¿no te sentirás solo,

tú que predicas el camino?

El vino entra en la boca... (William Butler Yeats)

El vino entra en la boca

Y el amor entra en los ojos;

Esto es todo lo que en verdad conocemos

Antes de envejecer y morir.

Así llevo el vaso a mi boca,

Y te miro, y suspiro.

Al alba te amo (Paul Éluard)

 

Al alba te amo tengo toda la noche en las venas

Toda la noche te he contemplado

Tengo que adivinarlo todo me siento seguro en las tinieblas

Ellas me conceden el poder

De envolverte

De sacudirte deseo de vivir

En el seno de mi inmovilidad

El poder de revelarte

De liberarte de perderte

Llama invisible de día.

 

Si te vas la puerta se abre hacia el día

Si te vas la puerta se abre hacia mí mismo.

Como el toro he nacido para el luto (Miguel Hernández)

 

Como el toro he nacido para el luto

y el dolor,como el toro estoy marcado

por un hierro infernal en el costado

y por varón en la ingle como un fruto

 

Como el toro lo encuentra diminuto

todo mi corazón desmesurado,

y del rostro del beso enamorado,

como al toro a tu amor se lo disputo

 

Como el toro me crezco en el castigo,

la lengua en corazón tengo bañada

y llevo al cuello un vendaval sonoro

 

Como el toro te sigo y te persigo,

y dejas mi deseo en una espada,

como el toro burlado, como el toro

En el cristal de tu divina mano... (Luis de Góngora y Argote)

 

En el cristal de tu divina mano

de Amor bebí el dulcísimo veneno,

néctar ardiente que me abrasa el seno,

y templar con la ausencia pensé en vano.

 

Tal, claudia bella del rapaz tirano

es arpón de oro tu mirar sereno,

que cuánto más ausente dél, más peno,

de sus golpes el pecho menos sano.

 

Tus cadenas al pie, lloro al ruido

de un eslabón y otro mi destierro,

más desviado, pero más perdido.

 

¿Cuándo será aquel día que por yerro,

oh serafín, desates, bien nacido,

con manos de cristal nudos de hierro?

Por amor (Jaime Augusto Shelley)

 

He aprendido de ti

Que no basta el gesto ni la acción

Que el amor no basta

Ni la inteligencia

O el susurro exacto

Aun más

Que la ternura

En ciertos casos sale sobrando

He aprendido

Que el cuerpo

La carne

El sexo

No tiene mucho que ver

Con hacer el amor

Y seguir vibrante

He aprendido

Que unirse

Contigo

Es volver a ordenar una lucha

Conmigo

Que ha de llegar a ti

En la punta de los poros los labios y los dedos

Al beber y al cantar

Al ver un árbol que crece y una amapola que muere

En el ciclo normal

Ése que de alguna manera por humanos hemos perdido

Green (Paul Verlaine)

 

Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas,

mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;

no quieran destrozarlo tus manos cariñosas,

tus ojos regocije mi dádiva sencilla.

 

en el jardín umbroso mi cuerpo fatigado

las auras matinales cubrieron de rocío;

como en la paz de un sueño se deslice a tu lado

el fugitivo instante que reposar ansío.

 

Cuando en mis sienes calme la divina tormenta,

reclinaré, jugando con tus bucles espesos,

sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,

sonora con el ritmo de tus últimos besos.

El amor (Efraín Huerta)

 

El amor viene lento como la tierra negra,

como luz de doncella, como el aire del trigo.

Se parece a la lluvia lavando viejos árboles,

resucitando pájaros. Es blanquísimo y limpio,

larguísimo y sereno: veinte sonrisas claras,

un chorro de granizo o fría seda educada.

 

Es como el sol, el alba: una espiga muy grande.

 

Yo camino en silencio por donde lloran piedras

que quieren ser palomas, o estrellas,

o canarios: voy entre campanas.

Escucho los sollozos de los cuervos que mueren,

de negros perros semejantes a tristes golondrinas.

 

Yo camino buscando tu sonrisa de fiesta,

tu azul melancolía, tu garganta morena

y esa voz de cuchillo que domina mis nervios.

Ignorante de todo, llevo el rumbo del viento,

el olor de la niebla, el murmullo del tiempo.

 

Enséñame tu forma de gran lirio salvaje:

cómo viven tus brazos, cómo alienta tu pecho,

cómo en tus finas piernas siguen latiendo rosas

y en tus largos cabellos las dolientes violetas.

 

Yo camino buscando tu sonrisa de nube,

tu sonrisa de ala, tu sonrisa de fiebre.

Yo voy por el amor, por el heroico vino

que revienta los labios. Vengo de la tristeza,

de la agria cortesía que enmohece los ojos.

 

Pero el amor es lento, pero el amor es muerte

resignada y sombría: el amor es misterio,

es una luna parda, larga noche sin crímenes,

río de suicidas fríos y pensativos, fea

y perfecta maldad hija de una Poesía

que todavía rezuma lágrimas y bostezos,

oraciones y agua, bendiciones y penas.

 

Te busco por la lluvia creadora de violencias,

por la lluvia sonora de laureles y sombras,

amada tanto tiempo, tanto tiempo deseada,

finalmente destruida por un alba de odio.

Romance sonámbulo (Federico García Lorca)

 

Verde que te quiero verde.

Verde viento. Verdes ramas.

El barco sobre el mar

y el caballo en la montaña.

Con la sombra en la cintura

ella sueña en su baranda,

verde carne, pelo verde,

con ojos de fría plata.

Verde que te quiero verde.

Bajo la luna gitana,

las cosas la están mirando

y ella no puede mirarlas.

 

Verde que te quiero verde.

Grandes estrellas de escarcha,

vienen con el pez de sombra

que abre el camino del alba.

La higuera flota su viento

con la lija de sus ramas,

y el monte, gato garduño,

eriza sus pitas agrias.

Pero ¿quién vendrá? ¿Y por donde...?

Ella sigue en su baranda,

verde carne, pelo verde,

soñando en la mar amarga.

 

Compadre, quiero cambiar

mi caballo por su casa,

mi montura por su espejo,

mi cuchillo por su manta.

Compadre, vengo sangrando,

desde los puertos de Cabra.

Si yo pudiera, mocito,

este trato se cerraba.

Pero yo ya no soy yo.

Ni mi casa es ya mi casa.

Compadre, quiero morir

decentemente en mi cama.

De acero, si puede ser,

con las sábanas de holanda.

¿No veis la herida que tengo

desde el pecho a la garganta?

Trescientas rosas morenas

lleva tu pechera blanca.

Tu sangre rezuma y huele

alrededor de tu faja.

Pero yo ya no soy yo.

Ni mi casa es ya mi casa.

Dejadme subir al menos

hasta las altas barandas,

¡dejadme subir!, dejadme

hasta las verdes barandas.

Barandales de la luna

por donde retumba el agua.

 

Ya suben los dos compadres

hacia las altas barandas.

Dejando un rastro de sangre.

Dejando un rastro de lágrimas.

Temblaban en los tejados

farolillos de hojalata.

Mil panderos de cristal

herían la madrugada.

 

Verde que te quiero verde,

verde viento verde ramas.

Los dos compadres subieron.

El largo viento, dejaba

en la boca un raro gusto

de hiel, de menta y de albahaca.

¡Compadre! ¿Dónde está, dime?

¿Dónde está tu niña amarga?

¡Cuántas veces te esperó!

¡Cuántas veces te esperara,

cara fresca, negro pelo,

en esta verde baranda!

 

Sobre el rostro del aljibe

se mecía la gitana.

Verde carne, pelo verde,

con ojos de fría plata.

Un carámbano de luna

la sostiene sobre el agua.

La noche se puso íntima

como una pequeña plaza.

Guardias civiles borrachos

en la puerta golpeaban.

 

Verde que te quiero verde.

Verde viento. Verdes ramas.

El barco sobre la mar.

Y el caballo en la montaña.

Written by La Mascarada

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